- La Investigadora Nacional Emérita se especializa además en el monacato de Hispanoamérica del siglo XVI al XIX

La conservación y resguardo de los bienes universitarios con valor cultural es una de las tareas que desempeña la Investigadora Nacional Emérita, Rosalva Loreto López, a través de la Dirección de Patrimonio Histórico Universitario (DIPAHU). Su pasión por el estudio de inmuebles históricos, así como del monacato en Hispanoamérica, son áreas que han definido su carrera profesional.

Con un patrimonio invaluable por su riqueza cultural y arquitectónica, la BUAP es la institución universitaria que más bienes históricos tiene a su resguardo en Latinoamérica, de ahí la importancia de la DIPAHU, donde la doctora Rosalva Loreto trabaja a partir de un marco jurídico internacional establecido por la UNESCO, así como por un Plan de Manejo Integral que determina las prioridades y facilita la toma de decisiones en materia de investigación, preservación, conservación y difusión.

Su fascinación por los inmuebles históricos viene de su historia familiar. Su padre fundó el primer grupo de grabadores de Puebla que participó activamente en el salvamento de la Casa del Deán, convirtiendo esta acción en uno de los primeros logros de la sociedad civil en conservación del patrimonio.

“Crecí en un ambiente en el que la discusión siempre fue en torno al grabado y a la defensa el patrimonio. Tuve la suerte de acompañar a mi papá a tomar fotografías, porque después de lo sucedido con la Casa del Deán fue nombrado el primer inspector honorario del INAH en Puebla, lo que lo llevó a hacer catálogos de calles completas, así como de casas, además de oficios para solicitar que no se tiraran esas construcciones. Ese material de gran valor se donó a la BUAP y se puede consultar”.

Adscrita al Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) “Alfonso Vélez Pliego”, la investigadora vivió los estragos que causó el temblor del 2017, y desde entonces planteó la necesidad de crear un área encargada del patrimonio, ya que la universidad tiene 45 edificios históricos.

“Es importante monitorear el estado de cada uno de estos espacios; demostramos que la BUAP es la institución que más edificios históricos tiene en Latinoamérica, pero en realidad el mayor mérito es que se hace investigación; no sólo es un trabajo administrativo, sino que cada solicitud de restauración y monitoreo se hace a partir de un documento que muestra la necesidad de intervenir”, añadió.

Como resultado de esta labor, la Dirección de Patrimonio Histórico Universitario genera un valioso material, además de complementar con la difusión; por ello se abren al público una vez al mes los inmuebles históricos, un ejercicio de extensión de la universidad con la sociedad. Hasta el momento se ha logrado acercar la historia y la cultura de 19 casas a la población.

“Cuando se abre uno de estos inmuebles se prepara material, como un tríptico. Se hacen recorridos en los que las personas pueden tocar, conocer y ver, es una actividad que nos permite apreciar el inmueble con diferentes ópticas, incluyendo el costo ambiental que tuvo su construcción, porque los asistentes no sólo conocen detalles técnicos o históricos, también otros aspectos; es decir, explicamos el sentido del espacio, lo que conlleva una investigación importante que marca líneas de trabajo, que van desde lo académico hasta las buenas prácticas de mantenimiento de los bienes inmuebles de la universidad. Es un ejercicio único en toda Latinoamérica”, refirió.

A la par de esta labor, la doctora Rosalva Loreto estudia el monacato en Hispanoamérica del siglo XVI al XIX, un tema que le permite hacer alianzas académicas con instituciones de Estados Unidos y Europa. Como resultado, ha publicado diversos libros, en los que se revela cómo en los conventos la estructura femenina cobró importancia, porque en ningún otro lugar las mujeres escribieron de sí mismas, de sus emociones, de sus sentimientos y pasiones.

“Se trata de un ejercicio que va más allá de la redacción, porque ellas hicieron los primeros documentos donde se expresan las necesidades emocionales de las mujeres, ligadas a la cultura mística de la época. Esto no es un quehacer único en Puebla o México, sino también en España y en los países flamencos. Lo curioso es que era un medio cultural que reflejaba a la vez lo que se escribía en Puebla, en Flandes, España, Portugal; es decir, se trataba de una cultura universal y las mujeres formaron parte de ella”.

Asimismo, el estudio de los conventos y del propio patrimonio universitario abrieron nuevas líneas de investigación, vinculadas a la historia ambiental, la construcción de las ciudades entre los siglos XVII-XXI y las tensiones generadas por la huella ambiental por el uso de recursos naturales donde se implantaron. Este material -dijo- abre una perspectiva de explicar la relación coevolutiva entre el hombre y la naturaleza, algo que tendría que ser valorado por las políticas públicas contemporáneas, respecto a los planes que se tengan con el primer cuadro de la ciudad.

“Por ejemplo, Puebla en 1777 tenía 51 mil habitantes, pero en el siglo XVII llegaron a ser 100 mil, entonces en los 6 kilómetros en los que está considerado el Centro Histórico como patrimonio de la humanidad no podría haber más gente. Ahora, proponen repoblar el Centro Histórico para que tenga más funcionamiento comercial, pero son medidas que impactan el medio ambiente y la propia arquitectura”.

La propuesta es sustentar las políticas públicas en estudios interdisciplinarios, pues en el caso de la doctora Loreto colaboran de manera estratégica especialistas en agroecología, hidrología y geología, para analizar la capacidad del Centro Histórico para repoblarse.

Para la investigadora del ICSyH, el estudio y la conservación de las casas que conforman el patrimonio universitario es un trabajo que cobra relevancia no sólo por su importancia histórica, también por el uso que tienen actualmente, pues se constituyen como espacios donde se genera conocimiento y albergan estudiantes. “Esa es la diferencia con las casas coloniales que tienen particulares, quienes las mantienen sin habitar, sin darles uso ni mantenimiento, por eso es importante lo que está haciendo la BUAP: tenemos una política de adquisición, conservación y ocupación de los inmuebles”.

Es así como la DIPAHU busca generar la idea del Barrio Histórico Universitario, como un conjunto de corredores coadyuvantes en conservación y preservación de los inmuebles contenidos en un espacio público, para beneficio de la comunidad y de la ciudadanía en general.




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- Por sus aportaciones científicas y su impacto global, la doctora Judith Percino es reconocida por la Journal of Molecular Structure

Como un reconocimiento a su destacada trayectoria científica, la doctora Judith Percino Zacarías, quien dirige el Laboratorio de Polímeros del Centro de Química del Instituto de Ciencias de la BUAP, fue nombrada recientemente miembro del Comité Editorial de la prestigiosa revista internacional Journal of Molecular Structure, publicada por Elsevier. Esta distinción valida la excelencia, credibilidad e impacto global de sus contribuciones en el campo de la química estructural y la fisicoquímica de materiales.

Ser invitado a formar parte del consejo editorial de una revista de alto factor de impacto implica un reconocimiento por pares científicos internacionales a una trayectoria consolidada, caracterizada por la productividad académica, la calidad de sus publicaciones y la experiencia como revisora experta en revistas especializadas.

Con más de dos décadas publicando en Journal of Molecular Structure, la doctora Percino -directora del Comité de Internacionalización de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado- ha sido testigo de la evolución de los criterios editoriales y de las nuevas tendencias científicas en el mundo. Su trabajo, enfocado en la ciencia de frontera, busca incidir en la agenda internacional de investigación mediante la creación de conocimiento original y colaboraciones científicas con instituciones de India, Colombia, Chile, Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudita, Suiza y Rusia, entre otras.

Su grupo de investigación estudia problemas fundamentales de la ciencia de materiales, como la relación entre estructura-propiedad, en busca de establecer cómo la estructura molecular de un material determina sus propiedades físicas, químicas, ópticas, electrónicas o mecánicas. Para determinar esto o una aproximación confiable, se siguen pasos sistemáticos que combinan experimentación, caracterización estructural y modelado teórico o computacional, con el objetivo de predecir o diseñar nuevos materiales con propiedades a la medida.

Por su parte, la Journal of Molecular Structure se dedica a la difusión de investigaciones originales sobre la determinación y estudio estructural de moléculas mediante métodos experimentales y teóricos. Es una de las revistas más reconocidas en el campo de la química estructural, y su comité editorial tiene la responsabilidad de evaluar y seleccionar los trabajos que marcarán las tendencias emergentes e innovaciones científicas a nivel global.

Para la doctora Judith Percino, este reconocimiento también repercute en la formación de nuevas generaciones de científicos y en la confianza social en la universidad, al demostrar que en la BUAP se realiza ciencia de alto nivel.

“La pertenencia a un comité editorial con factor de impacto elevado trasciende los criterios locales de evaluación académica, que suelen centrarse en el número de publicaciones, citas o proyectos. A nivel internacional, este nombramiento es un símbolo de liderazgo e influencia científica, resultado del trabajo constante y riguroso. Los estudiantes deben saber que es posible alcanzar este nivel, sin importar el género ni las circunstancias”, enfatizó.

Formar parte del comité editorial de una revista científica con alto impacto internacional constituye un indicador de liderazgo académico y prestigio institucional, que fortalece la proyección global de la BUAP y consolida redes de colaboración científica de gran alcance.

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• Su estancia fue como parte del programa de intercambio docente entre la Universidad Madero y otras instituciones internacionales.

San Andrés Cholula, Puebla.- Vastos e interesantes conocimientos compartió la Dra. Macarena Pérez-Suárez, docente-investigadora de la Universidad de Sevilla, España quien estuvo en la UMAD como parte del programa de un intercambio docente por el periodo de verano.

Durante su estancia la Dra. Macarena impartió el taller “Búsqueda de información para proyectos de investigación”; y presentó una charla para investigadores nóveles “La experiencia de formarse como investigador”, ambos dirigidos a docentes y académicos de la Universidad Madero y el Instituto Mexicano Madero.

Como parte de sus aportaciones la experta señaló que investigar es un proceso de transformación intelectual que mezcla decisiones sobre la tarea, estrategias y expectativas de la persona. Sin embargo comentó que en ocasiones se puede percibir como una labor difícil, complicada y engorrosa, que en realidad no lo es; por ello presentó 12 consejos que animan la formación de investigadores.

1.    Posiciona la marca de tu nombre
2.    Sigue un método de trabajo que te dé resultados
3.    Disfruta los aspectos lúdicos del trabajo
4.    Capitaliza tus ideas con un equipo de apoyo
5.    Toma en cuenta las normas de las Revistas destino
6.    Define tus aspiraciones de impacto
7.    Ambiciona ser ampliamente leído. Escribe en inglés
8.    Atiende las reglas de la escritura académica
9.    Sé autor y evaluador de artículos
10.     Invierte en tu preparación como investigador
11.    Ten en cuenta que se aprende también de las experiencias pequeñas
12.    No dejes que alguien te estorbe porque dice que no lo lograrás
La visita de la especialista fue de gran valor para la Universidad Madero que pretende integrar a cada vez más docentes en uno de los quehaceres primordiales de toda universidad, es decir, la investigación. Por su parte, los académicos, se mostraron entusiasmados por el conocimiento y las recomendaciones que compartió la Dra. Macarena, mismos que a su vez buscarán replicar en sus alumnos.

La Dra. Macarena cuenta con un Doctorado por la misma Universidad de Sevilla, Máster Oficial en Gestión y Desarrollo de los RRHH, es experta en Gestión Económica del Medio Ambiente, Licenciada en Ciencias del Trabajo y tiene una Diplomatura Universitaria en Relaciones Laborales.

Tiene en su haber al menos al menos ocho libros (en conjunto con otros colegas); cinco capítulos en libros, seis publicaciones en revistas y por lo menos 15 aportaciones en congresos.

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• Investigadora observó una tasa de descomposición anual de 0.7 en bosques de encino y pino

BUAP. 12 de mayo de 2017.- En México, los bosques y selvas cubren 64.5 millones de hectáreas, el 33 por ciento del territorio nacional. En Oaxaca, en promedio más de 20 millones de árboles se pierden al año por deforestación, tala inmoderada, plagas e incendios forestales, que ocasiona pérdida de suelo y hábitat de la vida silvestre, entre otros inconvenientes.

Para determinar el impacto del manejo intensivo de los bosques en esta entidad, Dulce María Figueroa Castro, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, observó que en zonas conservadas en la localidad de Santa Catarina Lachatao, localizada en la Sierra Norte, existe una tasa de descomposición anual de 0.7 en bosques de encino y pino, indicador normal comparable con datos de otros ecosistemas de este tipo en el planeta.

La descomposición de hojarasca en los ecosistemas terrestres está regulada por varios factores: humedad, temperatura, calidad de la hojarasca y  actividad de los organismos descomponedores, entre otros.

De igual manera, encontró más abundancia de macrofauna -organismos de más de un centímetro de longitud- en el bosque de encino en comparación con el de pino. Lo anterior, “se atribuye a que en el bosque de encino la capa de hojarasca es más gruesa; mientras en el de pino es más compacta y, por ende, se albergan menos organismos descomponedores”.

También observó que de los tres grandes grupos de organismos involucrados en el proceso (macro, micro y mesofauna), la microfauna es la que tiene mayor impacto. Asimismo, junto con su equipo de trabajo, determinó que en época de lluvias aumenta la tasa de descomposición en ambos sitios, probablemente porque existe mayor depósito de hojarasca en el suelo y por lo tanto, mayor disponibilidad de recursos y nichos para los organismos descomponedores.

La siguiente fase de la investigación, precisó la doctora en Ciencias por la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, será comparar este indicador -utilizando los mismos métodos- con los de un bosque con manejo intensivo. Al hacer esa comparación se determinará el daño al ecosistema, mismo que dará indicios de la alteración del ciclo de los nutrientes, puesto que al no existir árboles o plantas que retengan los nutrientes, éstos se van a las partes bajas del territorio, como valles, por lo que no son aprovechados.

“Esta situación altera el funcionamiento del ecosistema e impide su recuperación de manera óptima, ya que la recuperación completa de un bosque requiere de varias décadas, una tarea difícil y a largo plazo que precisa planificación, ejecución y seguimiento”, afirmó Figueroa Castro, también responsable del Laboratorio de Interacciones Ecológicas.

Metodología

En la comunidad de Santa Catarina Lachatao predomina el bosque de encino y pino, pero se observa una clara división de los mismos: un manejo sostenible y una actividad desmesurada. Un punto de partida para establecer qué tanto afecta la explotación de los bosques al ciclo de los nutrientes, los cuales mantienen el funcionamiento dentro del ecosistema, es observar este indicador en un bosque relativamente conservado.

Por ello, el estudio realizado a partir de 2015 se centra en medir la tasa de descomposición en un área protegida, así como observar el efecto de la estacionalidad y los grupos de organismos involucrados en el proceso de desintegración.

Uno de los métodos usados, precisó la académica de la Facultad de Ciencias Biológicas, es hacer bolsas de malla con diferente apertura. Se colectan hojas secas de los árboles -aún sin caer-, se secan en hornos (secadoras) y, cuando pierden la humedad, se coloca una cantidad conocida de hojarasca dentro de las bolsas antes fabricadas.

Posteriormente, las bolsas se dejan en el bosque y se recogen periódicamente, para tener toda la historia de la tasa de descomposición a lo largo del año.

La doctora Dulce María Figueroa Castro explicó que una vez que se recogieron las bolsas, se mete la hojarasca que quedó dentro de la bolsa a la secadora y esta se pesa. Entonces, “esa diferencia de peso, por ejemplo se comenzó con 10 y terminó con 5 gramos, dará mediante ciertas fórmulas la tasa de descomposición”.

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