Convertirnos en don de amor

Lunes, 23 Junio 2025 10:41 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

UNIDOS A JESÚS EN LA EUCARÍSTIA: Conciliarnos con Dios es recordar la nueva alianza y acordar la realización del evento salvífico. Ojalá despertemos ante este maravilloso don del Altísimo, bajemos de nuestro endiosamiento y subamos con estimulante humildad a la plegaria eucarística. Es el Crucificado por nosotros, el que nos ha salvado; el que nos imprime la fuerza de vivir y de querernos, el que nos transforma y nos sacia de luz los aconteceres.  

I.- LA ETERNA ACCIÓN DE GRACIAS; 
NO TIENE ESPERA EN EL MEMORIAL

Cada día es un nuevo despertar,
y un nuevo agradecer al Señor; 
un naciente recibir y ofrecerse,
mucho más etéreo que mortal,
pues a Dios hemos de retornar.

Esta vida que Jesús nos otorga, 
criada en el amor y en el amar,
seguida por el darse y donarse, 
sin cansarse nunca de hacerlo,
como penitentes en la esencia. 

Regresar al reino de la belleza, 
es volver a la divinidad celeste, 
vivificarse de todas las caídas, 
para envolverse en su pureza, 
y de impurezas desenvolverse.

II.- LA ESPERA EN EL BANQUETE DEL CIELO; 
SÍ TIENE ESPERA EN LA ESPERANZA 

El Altísimo reaparece pequeño,  
como un trozo de pan enérgico, 
y justamente por eso es capital,
un espíritu glorioso para vivirlo, 
reconocerle, venerar y acogerlo. 

El Señor nos acompaña a diario,
nos pide ahogos y se amarga Él, 
no reclama nada y lo dona todo, 
comparte dolores y reparte paz,
hasta ser parte de nuestro andar. 

Dejémonos alentar y alimentar, 
tomemos la imagen eucarística, 
y vivámosla mar adentro con fe; 
nos saciará de caridad e ilusión,
vertiendo alegría y no lágrimas. 

III.- EL PULSO CON PAUSA EN EL ALMA;
NO DESESPERE EN LA ESPERA EL CUERPO

Todo tiene su instante precioso
y preciso para batirse y renacer, 
para reencontrarse y concebirse, 
para abrir los ojos y acariciarse, 
pues uno es para los corazones. 

Sin el latir del uno para el otro, 
nada se reviste y viste integral, 
todo se reúne para sí y fenece, 
en su miseria de poder y fango, 
lo que no somos al ser de Dios. 

Ven a permear nuestra crónica, 
Cristo Jesús, dador de caminos. 
Álzanos y reálzanos de quietud, 
sé el foco de nuestro ministerio,  
y la lámpara que nos fraternice.

Víctor CORCOBA HERRERO
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