Columna | Desde el portal

 Las incursiones marítimas en torno a Venezuela y las amenazas de terrestres por parte de Estados Unidos -y, en consecuencia-, a toda la región, es una flagrante violación a la soberanía de los países de América Latina que deben rechazarse de manera enérgica pues no hay otra intención más que la de someter gobiernos y pueblos a los intereses estadunidenses.

 Ya las explosiones a embarcaciones con presuntos narcotraficantes son suficientes para alertar a las comunidades marítimas y no deberán aceptarse en tanto no se exhiban pruebas de la actividad ilícita de sus ocupantes, o de la presencia de buques de guerra en la zona marítima continental y que son aceptadas por el interés estadunidense en defensa de sus aficionados a la droga.

 El diferendo Trump-Maduro no es ni entre personajes relevantes de la vida internacional ni representativos de dos corrientes ideológicas, es la lucha geopolítica por el control de territorio y sus recursos naturales, por apoderarse de pueblos y mercados en la disputa internacional y por el liderazgo de control del mundo que está en pleno auge.

 La defensa de la soberanía nacional, como lo hace México, debería transformarse en la defensa de la soberanía continental, incluyendo a Canadá, sobre quien hay o hubo amagos de anexionismo como una demostración de desprecio a los gobiernos y pueblos en su conjunto, sin el mínimo respeto por la autodeterminación de los pueblos y su libertad de elegir a sus gobernantes.

TURBULENCIAS

T-MEC y las negociaciones

En tanto, las diferencias entre México y Estados Unidos se han agudizado tanto por el crecimiento demográfico, la expansión del mercado de narcóticos y de las bandas delincuenciales, como por fenómenos naturales como la sequía que ha dejado sin agua para riego a la zona fronteriza y que ha impedido que nuestro país cumpla con su cuota al vecino del norte. Mesas de negociación en ese aspecto y en lo relativo a comercio, migración y seguridad, hace que el afán expansionista de EU se controle, por el momento, esperándose se llegue a buenos acuerdos…Sin embargo, la realidad de la inseguridad nacional sigue siendo el rubro pendiente. Las estadísticas y las cuentas alegres de la baja en la comisión de delitos no pueden ocultar la realidad: continúan las ejecuciones y los estados que presumían seguridad y estabilidad social con crecimiento económico, son asolados por el crimen organizado. La productividad de sus habitantes ha sido motivo de la presencia de la delincuencia organizada que mantiene el terror en diversas regiones del país. Eso, además de vivir con temor, es motivo permanente para justificar una incursión de tropas extranjeras para supuestamente capturar a los generadores de la violencia…La buena relación con los gringos podría acabar en cualquier momento si es que los discursos y las buenas intenciones no van acompañadas de resultados. Se multiplican las acusaciones de extorsión contra corporaciones federales que supuestamente dan protección a la ciudadanía…La alcaldesa de Uruapan, Grecia Quiroz, pidió al secretario Omar García Haerfuch que no envía policías  extorsionadores y lo dice con relevo de pruebas, cuestión que debe preocupar al Gabinete de Seguridad pues se puede perder la confianza en las instituciones que han gozado de prestigio por su vocación de servicio…México debe cambiar de estrategia en la materia, o de lo contrario habrá que atenerse a las consecuencias pues las acciones delictivas a lo largo y ancho del país contradicen las estadísticas elaboradoras a gusto de quien decide pero no en favor de quienes sufren por el crecimiento de la delincuencia y sus dramáticas consecuencias. Veremos si se recomponen las cosas o seguiremos como antes…

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