Miércoles, 19 Julio 2017 05:46

Gilberto Bosques, Siempre vigente

Este día, como cada mes de julio, el profesor Gilberto Bosques Saldívar nos reúne a los chiautecos. A 125 años de su nacimiento y 22 años de su partida, con el pasar de los años su figura se agiganta; tiempo que nos ha permitido conocer todo su legado histórico tan importante como la historia misma de nuestro País. La vida de este personaje chiauteco no va ser un periplo planeado para disfrutar, la vida de Bosques al estudiarlo parece ser la de un hombre destinado a vivir en el peligro. A partir de su salida de  su natal Chiautla  pronto se convierte en líder de los estudiantes normalistas simpatizantes de Aquiles Serdán en el año 1910, hecho que le provoca ser perseguido por el gobierno. Como profesor conduce a su gremio al primer congreso pedagógico nacional “para marcar nuevos rumbos a la escuela” en el año de 1916, en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala; siempre con el peligro latente de un incipiente magisterio en cierne que ya muestra ideas liberales.

Participa en la revolución Delahuertista donde la intervención de su esposa, María Luisa Manjarrez lo salva de ser juzgado por las leyes castrenses. Su incorporación a la política lo encumbra a ser el primer diputado, en el primer periodo sexenal que contesta el primer informe de gobierno al general Lázaro Cárdenas del Río; después manifiesta su interés por la gubernatura de su entidad Puebla, ya que cuenta en esos momentos con la simpatía de importantes sectores y es  en campaña cuando sufre un atentado en el municipio de Esperanza.

Bosques es un hombre que no se amilana ante el peligro. Después de su experiencia hacia la gubernatura que la perdió ante el general Maximino Ávila Camacho, Bosques es enviado por el presidente Cárdenas al extranjero a rescatar a republicanos perseguidos por Francisco Franco e inicia su ingreso en la diplomacia. Ya en Francia a partir del año 1939 cumpliendo la tarea encomendada, pronto vivirán la Delegación mexicana y su familia las terribles atrocidades de la segunda guerra mundial, al convertirse en prisioneros de los nazis por más de un año (1943-1949). Al ser rescatados, y después de una breve estancia en México, Gilberto Bosques se reintegra a su misión de seguir salvando vidas no solo en Europa, sino también  es enviado a Cuba (1953-1964) donde gobierna el dictador Fulgencio Batista, donde va vivir en toda su extensión la revolución, que culmina con el ascenso al poder de Fidel Castro Ruz.

La transformación del profesor Gilberto Bosques Saldívar es digna de estudiar: revolucionario, liberal, humanista. Sin duda nos encontramos ante gran estadista mexicano universal. Así nos lo demuestran por un lado, el interés de los historiadores en conocer su legado y, por otro lado, los continuos reconocimientos que ha recibido de parte de países como Alemania, Francia y España.

No cabe duda, Gilberto Bosques es de esa estirpe de chiautecos de la segunda mitad del siglo XIX: hombres que, si algo los distinguía ante el  peligro era, que ya habían aprendido hablarse de tú con la muerte.

*Miembro fundador de Alianza Ciudadana Mixteca de Chiautla de Tapia, A.C.   

Publicado en CULTURA
Viernes, 07 Julio 2017 21:07

La escuela, la de aquellos años

Nos asemejamos a una semilla, aquella que el campesino con tanto amor y cariño cuida en el campo surcado; de pronto brota y  aparece en la superficie transformada en planta, se desarrolla, crece, con la alegría innata del sembrador. Seguramente cuando niño mis padres Victorino y Gabina  sintieron lo mismo, cuando sus hijos dieron los primeros pasos, para después, al igual como aquella semilla del campesino, iniciamos un pleno desarrollo y crecimiento. Ambos casos son acontecimientos importantes en la vida. Y de pronto, como parte de la vida llega el tiempo de asistir a la escuela, esa edad que en todo niño despierta curiosidad y alegría; una etapa donde a través de una serie de juegos nos adentramos  a un mundo nuevo: el conocimiento de las letras para poder expresarnos y, al ejercicio de la lectura para conocernos mejor. 

Casas grandes de adobe, cubiertas de teja roja, de una sola puerta de madera como entrada principal; con corredor y patio grande, con árboles de tamarindo y guamúchil, que obsequian su fruto y almacenan la historia de quienes ahí la  habitan; árboles con inmensas ramas que producen las mejores sombras para aminorar los calores de mayo y disfrutar la siesta. Vivienda pobre que anidó a niños en la segunda mitad del siglo veinte.

La travesía hacia la escuela cada mañana, con mochila a cuestas, de trapo y tirantes para soportar la carga compuesta de libros, libretas y demás utensilios de escuela. Así, todos los niños de la calle ocho poniente se van sumando. Caminamos esta calle, calle ancha de tierra suelta, impregnada de olores de sábila y una serie de troneras de una barda inconclusa; después de atravesar la barranca caminamos sobre calle pavimentada de tepetate rojo hasta llegar a una boca calle con el altar a la santa cruz y, dar vuelta donde habitaban familias dedicadas a la cría de ganado como los Torres y don Miguel León. Esta calle se componía de bardas muy prolongadas, que durante muchos años permanecieron escritas consignas de la lucha cristera y un mismo eslogan del partido político en el poder.

Los de mi generación fuimos afortunados. Mi padre me inscribió desde el kínder y luego me incorporé a la escuela primaria Filiberto Quiroz, todo el alumnado estaba formado por niños. Este inmueble, pudo haber sido el edificio de la primera Casa Consistorial en este rincón de la mixteca. Su entrada principal compuesta de una serie de arcadas sin techo; solo en la parte oriente, el último arco se encontraba sobre una base cuadrada. La entrada del edificio pasando el arco principal era un portón de madera alto y arqueado. Sus aulas, suficientes para cubrir los grados del primero al sexto; pupitres de madera para compartir con dos alumnos más. En el patio principal de la escuela se encontraba la cancha de basquetbol, donde el tablero de lado sur colgaba un trozo de riel el cual se golpeaba para anunciar la entrada, el recreo y la salida de cada jornada escolar.

El primer año, seguro nunca se olvida, como al maestro, nuestro primer guía. Fue la maestra Hermelinda Morales la que impartía el primer grado, ella vivía  muy cerca, en la casa donde nació nuestro prócer el cura Mariano Antonio Tapia, este lugar es muy conocido, más porque es una panadería muy antigua. Frente a la escuela uno de los mayores espacios que tuvo Chiautla fue la plazuela conocida como el Palacio Viejo. Con la maestra Hermelinda conocimos las primeras letras y a unir las también las primeras sílabas; todo ello era para nosotros toda una proeza como alumnos. Ello nos recordaba cuando de nuestra boca salieron nuestras primeras palabras: ¡mamá! ¡papá!. Ya en la escuela, fue precisamente una de las primeras palabras que escribimos; también aprendimos a contar y nos iniciamos en la lectura. Etapa de inocencia, pero recuerdo que en el año de 1962 en casa “Quinta Suriana” del matrimonio Tapia Gil, en la calle Reforma, que ya contaba con televisión  blanco y negro, el 22 de noviembre de ese año transmitía
n el atentado a John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos. Me acerque más por curiosidad, había gente en la calle y vi a los parroquianos incrédulos e impactados por la noticia. Mi papá en ese tiempo tenía la panadería a la vuelta, en la calle 9 norte.

Nuestros inicios como estudiantes culminarían con el sexto año, donde ya fuimos capaces de resolver problemas aplicando la aritmética. Nuestros libros de matemáticas, español, geografía, historia, civismo, todos sin duda nos habían transformado para tomar nuevos rumbos. Esos seis años nos cambió por completo. Basta recordar que nuestros padres no tuvieron la misma oportunidad para estudiar. Fuimos hijos de campesinos, panaderos, albañiles, comerciantes. Nosotros teníamos la posibilidad de continuar nuestros estudios en la escuela secundaria Mariano Antonio Tapia que ya se había consolidado y mantenía su prestigio en la mixteca.

Recuerdo estando en la primaria, un mes de mayo, en mi grupo hubo un concurso de dibujo alusivo al cercano día de las madres. El primer lugar le correspondería el premio de un peso en moneda nacional. Cerca del día del veredicto como en muchas tardes, jugábamos en la cancha de básquetbol ubicada en el Palacio Viejo, la cancha que formaba parte de la plazuela, estaba frente a la panadería, solo la dividía la calle. Fue ahí donde me enteré que mi dibujo era uno de los finalistas. Mi dibujo a lápiz, representaba a una madre cariñosa que mantenía en su regazo a su pequeño hijo, una madre con su mirada tierna, con brazos firmes  acariciando con mucha ternura al crío. Mi dibujo, recuerdo muy bien que le realcé sombras con tonos fuertes y claros; trate que mi dibujo tuviera vida y resaltara con dichos tonos.

En la terna final se encontraba mi compañero Luis Vázquez que siempre se distinguió por ser el primero del grupo y el otro era Leobardo Valle. Esperamos el día de la ceremonia para conocer el resultado. Fue para mí una sorpresa que mi dibujo ocupara el primer lugar. Emocionado y con el dinero de premio espere la hora del recreo para comprar una torta preparada que en la escuela las vendía mi tía Manuela – en la secundaria era su hija Engracia-, me compré además un refresco titán, su envase era grande, bueno, creo que no sabía qué hacer con tanto dinero. Desgraciadamente este logro sólo lo pude compartir con mi madre, mi padre tenía poco que había fallecido. El dibujo fue algo que descubrí con dicho concurso.

Mi madre siempre presumía al platero José Luis Rodríguez Alconedo, pintor e insurgente que acompaño al cura José María Morelos y Pavón en la gesta de la independencia  Leía una y otra vez un libro que su sobrino el pintor de la familia y de Chiautla, Ezequiel Alconedo le había obsequiado. Este libro siempre lo guardó celosamente. Seguramente dibujar y pintar corre por nuestra sangre. Eso me decía mi madre.

Pasamos a la escuela secundaria Mariano Antonio Tapia que era conducida por el profesor Manuel González Romero. Esta institución fue  reconstruida por los primeros alumnos y que a principios del siglo XX fue escuela primaria a cargo del profesor Martiniano Guerrero y  como uno de sus alumnos el niño Gilberto Bosques Saldívar. Ubicada frente a la escuela primaria Leona Vicario, donde estudiaban las niñas; ambas escuelas colindantes con la portada principal del ex convento agustino construido en la segunda mitad del siglo XVI. Maestros excelentes en esta institución los que me formaron en los finales de los 1960. Con nueva modalidad de enseñanza, horario para cada materia y, algo nuevo para nosotros, compartir el aula con el sexo femenino. 

*Miembro fundador de Alianza Ciudadana Mixteca de Chiautla de Tapia, A. C.


Publicado en CULTURA
Martes, 13 Junio 2017 23:09

Papás, una generación para recordar

Con mucho cariño desde la perla de la mixteca, hasta la perla del cantábrico.

La nostalgia es algo que me ha acompañado siempre. Mantengo muchos recuerdos de mi niñez y adolescencia vivida en mi lugar de origen. No existe día, ni momento que no deje de pensar en esos años. Sus olores, colores y sabores los mantengo presentes. Cuanta riqueza encuentro al recordar al otear aquellos años, los que disfruté y,  recuerdo muy bien a muchas personas, los que formaron el círculo de amigos de mi padre, Victorino Hernándo Méndez. Poder escribir el Chiautla de aquellos años, imaginar esa juventud, sus gustos y sueños de esa generación, de nuestros padres; aquellos que nacieron en los años 1920; hombres y mujeres que educaron después ya hombres, una camada de chamacos que se sumaban en cada hogar. Para estas nuevas generaciones, algo las iba a distinguir de aquellas de la primera mitad del siglo veinte.

La plenitud de nuestros padres, que radiaban juventud en aquellos años de 1930 al 1940, que fueron testigos de aquellos cambios que vivía el País; el periodo 1934-1940, la llegada del general Lázaro Cárdenas del Río a la presidencia de la República representó un gran momento para el país, en lo económico, político y social. Para la mixteca uno de sus hijos más distinguidos, el profesor Gilberto Bosques Saldívar,  tuvo participación importante en este periodo; como legislador en la Cámara de Diputados y su incursión en la diplomacia, cuando representó a México en el extranjero, a solicitud expresa del presidente de México.

Pero no solo el país estaba viviendo una de sus mejores épocas. También en Chiautla de Tapia surgía una pléyade de jóvenes que mostrarían sus aptitudes y cualidades, destacarían por ejemplo, en la música,  Álvaro Monroy y Cupertino Ruíz; en la guitarra, Moisés Macareno; en la escultura y tallado de madera Benigno Aragón; serigrafía el güero Oropeza; y el entusiasmo de Luis Cardoso Eumaña, organizando veladas y tertulias, acompañado de la juventud chiauteca. Época que la recuerdan, no sin mucha nostalgia, los nuevos papás y abuelos. Los principales actores se han marchado, dejándonos tan importante legado, guardado en un baúl de los recuerdos.

Jóvenes de esos años fueron muy asiduos a la monta de toros, en especial aquellos que se dedicaban a la agricultura. Y quiero ilustrarlo recordando a mi padre Victorino. Perteneció a una familia dedicada al campo, la siembra de temporal que parecía estar en consonancia con los designios de las cabañuelas. Fue el campo su entorno, donde se forjó, y aprendió a asumir responsabilidades;  asistir a la escuela no fue tan prioritario; en aquellos tiempos, con los temporales buenos, las cosechas eran buenas, y por lo normal la familia permanecía en el campo. Retornaban al pueblo un tiempo, mientras llegaba el nuevo ciclo de sembrar.

La generación de mi padre les encantó jugar béisbol; se formaban equipos por barrio y celebraban reñidos encuentros: equipos como de Los  Zapotes, La Conchita, Titilinchi, San Miguel, Tlanichiautla, del Centro, entre otros, reunían a los jóvenes al disfrute de este deporte. Mi padre, de carácter fuerte, no obstante a ello, supo hacer amistades de todo tipo y posición económica; fue su afición la monta de toros, de manera que en las fiestas en honor a San Miquel, Nuestra Señora de la Asunción y la dedicada a la Virgen de Guadalupe, las esperaba para hacerse presente, al igual que otros jóvenes con la misma afición, ansiosos para llevar a cabo tan arriesgada monta. Seguramente la monta de toros es la que aún perdura en nuestros días, los jóvenes de Chiautla la mantienen viva; aquellos que viven en las rancherías cercanas que cuidan y crían ganado - que en épocas pasadas dieron fama al municipio, junto con la elaboración del queso-.

Para dar realce a las fiestas del pueblo,  se instalaba un Coso en la plazuela  ubicada frente al Palacio viejo- inmueble que fue escuela primaria para niños y hoy alberga a la escuela Normal Luis Casarrubias Ibarra-. En este histórico espacio se daban cita los chiautecos, para disfrutar esa suerte de jinetear los mejores toros de los ganaderos de la región. Hombres y mujeres de cualquier edad; mujeres jóvenes dispuestas a ser halagadas por alguno de los montadores que osaban en dedicarle la monta, aun a sabiendas de exponerse a la rechifla del público.

Sirva pues una recreación de éste espectáculo de la monta de toros, que mantenía con mucha expectación a un público reunido en torno al Coso. Pero sobre todo, imaginarnos aquella adrenalina que envolvía al jinete, como al joven Victorino, montado en un animal que lo superaba en fuerza y tonelaje:

Los rancheros no pierden oportunidad para lucir sus mejores caballos y     excelentes monturas, espuelas y sombrero, todo había que presumir. Luego la entrada del toro al ruedo, que es recibido por esa cabalgata de jinetes que esperan ser los afortunados de que su reata atrape las patas del toro y que lo derriben para dar inicio a un rito que envuelve nerviosismo en los presentes. Mientras, el osado jinete, responsable de la monta, acompañado de amigos, se acomoda sombrero y en cuclillas, se deja sujetar las espuelas escuchando siempre atento las recomendaciones de sus compañeros montadores. El escenario está listo, se revisa el pretal, donde se sujetará el jinete; la música que anima la espera está a cargo de la banda del pueblo, que deleita a los asistentes con melodías muy mexicanas que interpretadas  con instrumentos de banda dan un toque de alegría, que excita y aflora las emociones de los asistentes. La expectación permanece y el montador se desplaza seguro y reflexivo; se ha encomendado al santo de su
devoción, ha rezado y lo sabe, se ha despojado de los temores y miedos; su reto, dominar los reparos del toro, haciendo gala de fuerza y fortaleza de sus piernas. Toro y jinete pertenecen a un mismo espacio, recorren los mismos caminos y los escabrosos senderos; el mismo sol los quema, y la misma luna los guía. En pleno centro del improvisado Coso, el toro se levanta brioso a despojarse de la carga; y el joven montador agazapado, se aferra al lomo del toro, sorteando cada reparo y esquivando el giro de los cuernos que buscan al jinete. Y de esta manera, se pone a prueba la fuerza de la bestia, enfrentada por el valor y la astucia del hombre. La banda de viento entona sus mejores piezas, esperando el momento del desenlace de la monta, preparados para entonar ya sea una “diana” para el jinete que domina al toro, o el “adolorido”, por si fracasa. Finalmente, hombre y bestia regresaran al mismo destino, al mismo lugar, ese espacio donde se han forjado, y no solo eso, también han encontrado lo más elemental, vivir con libertad.

La fiesta de los toros me quedó muy grabada, afición de los Hernando en aquellos tiempos. En el caso de mi padre, después de la agricultura, fue la panadería su oficio; lo mismo su hermano Guadalupe, con don Agustín Morales en la panadería “Las Chahuitas”, y sus primos José, Isauro y Aniceto Hernando, continuaron con la tradición. Estamos hablando de una generación de hombres que dejaron huella, que se les recuerda con mucho cariño por sus familias. Nuestros padres vivieron una niñez feliz y como jóvenes, tuvieron sueños. Para después, junto a su pareja, cobijados en casa de adobe, techo de vara  y teja roja; piso de tierra suelta; rodeados de la algarabía de los hijos. Familias que superaron la adversidad para convertirse en ejemplares padres. Enhorabuena en su día. Una fecha para recordarlos.

*Miembro fundador de Alianza Ciudadana Mixteca de Chiautla de Tapia, A.C 
 




 


Publicado en CULTURA
Página 4 de 4