Ciudad del Vaticano. - El Papa León XIV nos invita en esta catequesis a dirigir nuestra mirada hacia un aspecto central de la vida de Jesús: sus curaciones. Pero no se trata solo de milagros físicos; se trata de la sanación del alma, del corazón, de aquellas partes de nuestra vida que permanecen heridas, paralizadas o rotas.

Esta mañana, el Papa León XIV ha continuado sus catequesis sobre la vida de Jesús. En esta ocasión ha hablado de las curaciones que Jesús hizo.

En este contexto, el Papa nos invitó a que cada uno de nosotros presentemos ante el Corazón de Cristo las partes más doloridas o frágiles nuestras, “aquellos lugares de nuestras vidas en los que nos sentimos paralizados y bloqueados”.

    “¡Pidamos al Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!”

El personaje que nos acompaña en esta reflexión del Santo Padre nos ayuda a comprender que nunca hay que abandonar la esperanza, incluso cuando nos sentimos perdidos. Que vivamos con esperanza, que clamemos sin miedo y soltemos nuestros “mantos” para poder caminar libres y dignos junto a Cristo. La catequesis con una exhortación del Pontífice: llevemos nuestras heridas y las de quienes amamos ante el Señor. Clamemos también por ellos. Con la certeza de que Jesús no solo escucha, sino que se detiene, se acerca, levanta y sana.

El testimonio de Bartimeo

El Papa nos guía en esta meditación a través de la figura de Bartimeo, el ciego mendigo de Jericó. A primera vista, es un hombre marginado, silenciado por la multitud y olvidado en el camino. Pero en él encontramos una fuerza interior poderosa: la esperanza que no se rinde.

El nombre "Bartimeo" significa “hijo de Timeo”, pero también podría traducirse como “hijo del honor”. Paradójicamente, dijo el Papa en su catequesis, se trata de un hombre humillado, excluido y solitario. Sin embargo, este contraste nos revela una gran verdad: la dignidad de cada persona permanece, incluso, en la miseria más profunda.

Gritar desde el abismo

    “¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida? Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, ¡es más, puede gritar! Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!”

Mientras Jesús se dirige a Jerusalén desde las profundidades de Jericó —una ciudad situada bajo el nivel del mar, símbolo de descenso a los "infiernos" humanos— Bartimeo no se queda callado, señaló el Papa. Clama con fuerza: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Esta súplica se convierte en una de las oraciones más veneradas de la tradición cristiana oriental y occidental. El mensaje del Papa en su catequesis:

    “Dios escucha todos los gritos, incluso los más desesperados. Nada se pierde para el oído atento del Señor”

Dejar el manto y levantarse

El gesto de Bartimeo al arrojar su manto antes de ir hacia Jesús es profundamente simbólico, dijo León XIV. El manto era su protección, su refugio, su único bien. Abandonarlo significa exponerse por completo, dejar atrás las falsas seguridades que nos atan al dolor y nos impiden avanzar. El Papa subraya: para sanar, hay que mostrarse vulnerable.

Jesús no lo cura de inmediato, sino que lo llama, lo hace participar en su propia sanación, preguntándole: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Y es que siendo parte activa de nuestra sanación, asumiendo nuestras responsabilidades, hace que la sanación verdadera comience desde el momento que reconocemos nuestro deseo de ser transformados.

Recuperar nuestra dignidad

Bartimeo no solo pide volver a ver. Desea recuperar su dignidad, mirar la vida con una nueva perspectiva, erguirse ante un mundo que lo había hecho inclinar la cabeza.

    “La respuesta de Bartimeo es profunda: utiliza el verbo anablepein, que puede significar «ver de nuevo», pero que también podríamos traducir como «levantar la mirada». Bartimeo, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su valor”

Y cuando Jesús lo sana, no lo obliga a seguirlo. Le da libertad. Pero Bartimeo, ya sanado y liberado, elige seguir a Jesús por decisión propia. Ha descubierto, dijo por último el Papa, que ese Camino es el verdadero sentido de su vida.

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Ciudad del Vaticano. - El Papa León XIV preside la Santa Misa de Pentecostés y exhorta a los fieles a poner en práctica "el mandamiento del amor" y a abrirse a la acción transformadora del Espíritu Santo en una homilía centrada en la superación de muros, divisiones, egoísmos y prejuicios.

En una soleada Plaza de San Pedro, este Domingo de Pentecostés el Papa León XIV ha presidido la Santa Misa ante miles de fieles procedentes de muchos países. En su homilía, inspirado por el relato de los Hechos de los Apóstoles, el Papa recuerda que al igual que sucedió en el cenáculo, también hoy “desciende sobre nosotros el don del Espíritu Santo como un viento impetuoso que sacude”. Y nos sacude – puntualiza el Papa – precisamente a abrir fronteras, como ya explicó en 2005 Benedicto XVI: “El Espíritu Santo supera la ruptura iniciada en Babel y abre las fronteras. […] La Iglesia debe llegar a ser siempre nuevamente lo que ya es:  debe abrir las fronteras entre los pueblos y derribar las barreras entre las clases y las razas”.

León XIV después, ha trazado una ruta clara para una Iglesia sin muros y sin despreciados y conseguir una Iglesia de hermanos y hermanas, libres en Cristo. Para ello, ha destacado tres dimensiones esenciales de la acción del Espíritu: abre las fronteras en nuestro interior, en nuestras relaciones y entre los pueblos.

El Espíritu abre las fronteras dentro de nosotros

León XIV señala que la primera obra del Espíritu es interna: rompe las barreras del egoísmo, del individualismo y del miedo, haciendo espacio en nosotros al amor: “El Espíritu Santo viene a desafiar, en nuestro interior, el riesgo de una vida que se atrofia, absorbida por el individualismo” explica el Santo Padre, a la vez que denuncia cómo en un mundo hiperconectado, millones permanecen solos y desorientados:

“Es triste observar cómo en un mundo donde se multiplican las ocasiones para socializar, corremos el riesgo de estar paradójicamente más solos, siempre conectados y sin embargo incapaces de “establecer vínculos”, siempre inmersos en la multitud, pero restando viajeros desorientados y solitarios”.

Ante esto, León XIV nos recuerda que el Espíritu de Dios “nos hace descubrir un nuevo modo de ver y de vivir la vida”: Por un lado, “nos abre al encuentro con nosotros mismos, más allá de las máscaras que llevamos puestas” pero también “nos conduce al encuentro con el Señor enseñándonos a experimentar su alegría y nos convence de que sólo si permanecemos en el amor recibimos también la fuerza de observar su Palabra y, por tanto, de ser transformados por ella”.

El Espíritu abre las fronteras en nuestras relaciones

El Espíritu Santo también hace madurar en nosotros los frutos que ayudan a vivir relaciones auténticas y sanas: “cuando el amor de Dios mora en nosotros, somos capaces de abrirnos a los hermanos, de vencer nuestras rigideces, de superar el miedo hacia el que es distinto” asegura el Pontífice, recordándonos que el Espíritu actúa también entre las personas, transformando aquellos peligros más ocultos que contaminan nuestras relaciones, como los malentendidos y los prejuicios y denuncia con firmeza las formas de violencia y dominación, citando con dolor los recientes casos de feminicidio:

“Pienso también —con mucho dolor— en los casos en que una relación se intoxica por la voluntad de dominar al otro, una actitud que frecuentemente desemboca en violencia, como desgraciadamente demuestran los numerosos y recientes casos de feminicidio”.

El Espíritu abre las fronteras entre los pueblos

Finalmente, el Papa rememora cómo en Pentecostés las lenguas no dividieron, sino que unieron: “El caos de Babel es apaciguado por la armonía del Espíritu”, recordando que también hoy las divisiones “no son ocasión de división y de conflicto, sino un patrimonio común del que todos podemos beneficiarnos, y que nos pone a todos en camino, juntos, en la fraternidad”.  

Un llamado final del Papa a poner en práctica “el mandamiento del amor” concluye la homilía, en la que también ha recordado que “el Espíritu rompe las fronteras y abate los muros de la indiferencia y del odio” en un mundo desgarrado por guerras y migraciones forzadas.

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Ciudad del Vaticano. - En la Misa conclusiva del Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Ancianos León XIV destacó que ellas forjan el futuro de los pueblos y pidió a los esposos ser ejemplo de coherencia y amor que educa en libertad.

"Son las familias las que generan el futuro de los pueblos", proclamó con fuerza el Papa León XIV desde el corazón de una abarrotada Plaza San Pedro, ante más de 45.000 personas —padres, hijos, abuelos y niños— que desde las primeras horas del día se congregaron para celebrar el Jubileo dedicado a las Familias. Bajo un cielo radiante y un clima de profunda emoción este domingo 1 de junio de 2025, Solemnidad de la Ascensión del Señor y 59ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Pontífice saludó con gestos de ternura desde la papamóvil: besó a los más pequeños, bendijo a madres y padres, y acarició a los ancianos que conmovidos extendían sus manos. Fue un signo concreto de la comunión que predicó más tarde en su homilía: una unidad tejida en el amor, real y transformadora.

A las familias, el Papa les confió el precioso mandato del Evangelio del día: vivir una "unión universal" que refleje el amor mismo de Dios. "Todos hemos recibido la vida antes de quererla", recordó. Y añadió que especialmente los más pequeños necesitan de los demás para vivir, porque "nadie puede hacerlo solo". Vivimos —dijo— "gracias a una relación, es decir, a un vínculo libre y liberador de humanidad y cuidado mutuo".

Santa misa presidida por el Papa León XIV durante el Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Ancianos, domingo 1 de junio de 2025.

Santa misa presidida por el Papa León XIV durante el Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Ancianos, domingo 1 de junio de 2025.   (@Vatican Media)

Desde esa visión profundamente relacional del ser humano, León XIV se sumergió en el Evangelio de San Juan para destacar la oración de Jesús en la Última Cena, donde el Señor pide al Padre que “todos sean uno”. No se trata de una fusión impersonal, aclaró el Santo Padre, sino de una comunión viva que nace del amor con que Dios ama: un amor que une sin aplastar, que salva sin imponer, que construye comunidad sin borrar la diferencia.

"La unidad por la que Jesús ora es un don", precisó, "y es desde su corazón humano que el Hijo de Dios se dirige al Padre diciendo: ‘Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno’". Ese amor divino, aseguró León XIV, es más fuerte que cualquier herida, incluso las provocadas cuando la libertad se invoca para quitar vida o dividir.

En este contexto, el Papa hizo un llamado urgente a redescubrir la vocación de la familia como santuario del amor fiel y fecundo. Citó con entusiasmo a matrimonios canonizados juntos, como los santos Luis y Celia Martin o los mártires polacos Ulma, para sostener que “el matrimonio no es un ideal inalcanzable, sino el modelo concreto del amor entre el hombre y la mujer”. Y subrayó: "Ese amor, al hacerlos ‘una sola carne’, los capacita para dar vida, a imagen de Dios".

A los esposos, el Papa les pidió ser ejemplo de coherencia para sus hijos; a los niños, gratitud hacia quienes les dieron la vida; y a los abuelos y ancianos, una vigilia amorosa llena de sabiduría. "En la familia, la fe se transmite como el pan en la mesa y los afectos del corazón", dijo.

Finalmente, el Obispo de Roma alzó la mirada hacia el horizonte eterno, recordando que un día seremos todos "uno" (In illo uno unum), una sola cosa en Dios. "No sólo nosotros —afirmó—, sino también los que ya nos han precedido en la luz de su Pascua". Su mensaje concluyó con un gesto de esperanza y un eco profético: que las familias, unidas en su diversidad, sean el signo de paz que el mundo necesita.

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CIUDAD DEL VATICANO. - A la hora del Regina Coeli, el Papa recordó que aunque “a veces nos sentimos insuficientes” en el camino de la vida, tenemos que confiar en “la misericordia del Señor que nos ha donado el Espíritu Santo que nos guía y nos enseña todo” y nos convierte en su morada. "Comprometámonos a llevar su amor a todas partes" recordando que "cada hermano es morada de Dios, y que su presencia se revela especialmente en los pequeños, en los pobres y en quienes sufren".

El don del Espíritu Santo, nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, haciéndonos morada suya. Lo recordó el Papa León XIV en su reflexión previa a la oración del Regina Coeli, este último domingo de mayo.

Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico, por primera vez desde su elección como Pontífice, el Santo Padre reflexionó sobre la lectura propuesta por la liturgia del día, que describe la despedida de Jesús de sus discípulos el día antes de su muerte y el anuncio del don del Espíritu Santo.

Después de saludar a los numerosos fieles congregados en una soleada plaza de San Pedro, el Papa, al inicio de su alocución, les agradeció por el afecto que le han demostrado en estos primeros días de pontificado, pidiéndoles que continúen apoyándole con la oración y la cercanía.

Confiar en la misericordia del Señor

“En todo aquello a lo que el Señor nos llama, tanto en el camino de la vida como en el de la fe, a veces nos sentimos insuficientes”, afirmó el Papa León. “Sin embargo – notó – justamente el Evangelio de este domingo nos dice que no debemos fijarnos en nuestras fuerzas, sino en la misericordia del Señor que nos ha elegido, seguros de que el Espíritu Santo nos guía y nos enseña todo".

El Santo Padre recordó a continuación que los Apóstoles, en la víspera de la muerte del Maestro, se encontraban turbados y angustiados, y se preguntaban cómo podrían ser continuadores y testigos del Reino de Dios. Y Jesús, con el don del Espíritu Santo, los libera de toda angustia y preocupación.

    “Si permanecemos en su amor, en efecto, Él mismo hace morada en nosotros, nuestra vida se convierte en templo de Dios y ese amor nos ilumina, va entrando en nuestra forma de pensar y en nuestras decisiones, hasta alcanzar también a los demás e iluminar todos los ámbitos de nuestra existencia”

“Este morar de Dios en nosotros – continuó el Papa – es precisamente el don del Espíritu Santo, que nos toma de la mano y nos hace experimentar, incluso en la vida cotidiana, la presencia y la cercanía de Dios, haciéndonos morada suya”.

El Señor no se avergüenza de mi humanidad, habita en mí

Es hermoso – añadió – que, al mirar nuestro llamado, las realidades y personas que nos han sido confiadas, los compromisos que llevamos adelante y nuestro servicio en la Iglesia, cada uno de nosotros pueda decir con confianza: aunque soy frágil, el Señor no se avergüenza de mi humanidad, al contrario, viene a habitar dentro de mí.

    “Él me acompaña con su Espíritu, me ilumina y me convierte en instrumento de su amor para los demás, para la sociedad y para el mundo”

Ser cristianos atentos y compasivos

Sobre el fundamento de esta promesa, León XIV invitó a caminar “en la alegría de la fe, para ser templo santo del Señor”.

    “Comprometámonos a llevar su amor a todas partes, recordando que cada hermana y cada hermano es morada de Dios, y que su presencia se revela especialmente en los pequeños, en los pobres y en quienes sufren, pidiéndonos ser cristianos atentos y compasivos”

Finalmente, invitó a todos a encomendarse a la intercesión de María Santísima, que “por obra del Espíritu, se convirtió en la ‘Morada consagrada a Dios’. Junto con ella, también nosotros podemos experimentar la alegría de acoger al Señor y ser signo e instrumento de su amor”.

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Ciudad del Vaticano. - En su primera audiencia general, el Papa León XIV expresó su alegría al encontrarse con los fieles, y manifestó su deseo de continuar el ciclo de catequesis jubilares iniciado por el Papa Francisco, centrado en el tema "Jesucristo, nuestra esperanza". En esta ocasión, propuso una reflexión sobre la parábola del sembrador (Mt 13,1-17), a la que consideró una introducción clave para comprender el conjunto de parábolas de Jesús.

El Papa León XIV, ha querido dirigirse a todos los presentes en la Plaza de San Pedro, en su catequesis, retomando el tema de “Jesucristo, nuestra esperanza”, que había estado realizando el Papa Francisco. Sobre todo, cuando Francisco inició el tema de las parábolas de Jesús el miércoles 16 de abril.  Esta catequesis inaugural del Papa León XIV no solo da continuidad a la labor catequética de su predecesor, sino que ofrece un mensaje profundamente esperanzador: Dios no se cansa de sembrar su palabra en nuestras vidas, incluso en nuestras fragilidades. La parábola del sembrador se convierte así en una imagen luminosa del amor incondicional de Dios y del llamado a colaborar con su gracia, dejándonos transformar por la semilla del Evangelio.

    “Hoy seguiremos meditando sobre las parábolas de Jesús, que nos ayudan a recuperar la esperanza, porque nos muestran cómo obra Dios en la historia. Hoy me gustaría detenerme en una parábola un poco particular, porque es una especie de introducción a todas las parábolas. Me refiero a la del sembrador (cf. Mt 13,1-17). En cierto sentido, en este relato podemos reconocer la forma de comunicarse de Jesús, que tiene mucho que enseñarnos para el anuncio del Evangelio hoy”

El Papa explicó que las parábolas no son simplemente relatos sencillos o ejemplos morales, sino que son narraciones "tomadas de la vida cotidiana con un significado más profundo”. Su finalidad no es solo enseñar, sino provocar interrogantes en el oyente, mover el corazón y la conciencia, “la parábola suscita en nosotros interrogantes, nos invita a no quedarnos en las apariencias”. El término griego “parábola” significa “lanzar hacia adelante”, es decir, lanzar una verdad que interpela directamente al oyente. Por eso, cada parábola, afirmó el Papa, nos desafía a preguntarnos: ¿qué me dice esta historia a mí? ¿Qué lugar ocupo en ella?

La dinámica de la Palabra de Dios

En particular, la parábola del sembrador es reveladora de cómo actúa la Palabra de Dios en la vida humana. En esta imagen, Jesús presenta la Palabra como “una semilla”, que es sembrada abundantemente en todo tipo de terrenos. De hecho, afirmó el Papa, "cada palabra del Evangelio es como una semilla que se arroja al terreno de nuestra vida. Muchas veces Jesús utiliza la imagen de la semilla, con diferentes significados".

    “¿Qué es, entonces, este terreno? Es nuestro corazón, pero también es el mundo, la comunidad, la Iglesia. La palabra de Dios, de hecho, fecunda y provoca toda realidad”

León XIV afirmó que la palabra de Jesús fascina y despierta la curiosidad. Entre la gente hay, evidentemente, muchas situaciones diferentes. La palabra de Jesús es para todos, pero actúa en cada uno de manera diferente. Este contexto nos permite comprender mejor el sentido de la parábola. Este sembrador, aparentemente “despreocupado” por la calidad del suelo, representa a Dios mismo, que siembra generosamente su palabra en cada corazón, sin importar cuán preparado esté. Esta actitud desconcierta, ya que contrasta con la lógica humana del cálculo y la eficiencia. Pero en el Reino de Dios, lo que vale es el amor desbordante y la confianza paciente de un Dios que espera a que cada semilla germine a su debido tiempo.

Los terrenos y nuestra disposición interior

"Estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor! La forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama", señaló el Papa. El Papa señaló que los diferentes tipos de terreno representan las diversas disposiciones del corazón humano: a veces somos como un camino endurecido, otras como un terreno pedregoso, o uno lleno de espinos; pero también hay momentos en los que somos un suelo fértil y disponible.

    “A veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores”

Lo importante es que, a pesar de nuestras inconsistencias, Dios no deja de sembrar. Su amor y su Palabra no se rinden ante nuestras dificultades, sino que siguen siendo ofrecidos una y otra vez.

    “Es cierto que el destino de la semilla depende también de la forma en que la acoge el terreno y de la situación en que se encuentra, pero ante todo, con esta parábola, Jesús nos dice que Dios arroja la semilla de su palabra sobre todo tipo de terreno, es decir, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores”

"Es que Dios confía y espera que tarde o temprano la semilla florezca, remarcó, Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios". De este modo, la parábola se convierte en un llamado a la esperanza: si Dios confía en nosotros al sembrar su palabra incluso cuando no somos el terreno ideal, también nosotros podemos confiar en su acción para transformarnos interiormente.

Jesús mismo es la semilla

Jesús mismo es la Palabra sembrada, afirmó. Como semilla, ha de morir para dar fruto. La siembra generosa de Dios se manifiesta plenamente en la cruz, donde Jesús se “desperdicia” por la humanidad, confiando en que su entrega no será en vano.

    “Al contar cómo la semilla da fruto, Jesús también está hablando de su vida. Jesús es la Palabra, es la Semilla. Y la semilla, para dar fruto, debe morir. Entonces, esta parábola nos dice que Dios está dispuesto a «desperdiciarse» por nosotros y que Jesús está dispuesto a morir para transformar nuestra vida”

La imagen del sembrador de Van Gogh

Como complemento visual y espiritual, el Papa compartió su meditación sobre el famoso cuadro de Van Gogh, "El sembrador al atardecer". En esta obra, el sembrador está representado bajo el sol, símbolo del esfuerzo, pero también del poder vivificante de Dios, representado en ese sol que domina la escena. Aunque el sembrador aparece en un segundo plano, el sol (Dios) ocupa el centro, recordándonos que es Dios quien da el crecimiento, incluso cuando no lo vemos directamente. Aun cuando no comprendamos del todo cómo actúa, la semilla da fruto.

Un llamado a la apertura y a la confianza

Finalmente, el Papa León XIV invitó a los fieles a examinar en qué situación se encuentran respecto a la Palabra de Dios hoy. Reconoció que muchas veces no somos el terreno ideal, pero animó a no desanimarse, sino a pedir a Dios la gracia de convertirse en un suelo fértil. La esperanza no se basa en nuestras capacidades, sino en la generosidad incondicional y la misericordia constante de Dios, que siembra con paciencia y espera con amor.

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Ciudad del Vaticano. - Los 200 mil fieles que esperaron al Papa en la Plaza de San Pedro y participaron en las celebraciones reflejan el rostro de la Iglesia Universal, enriquecida por diversas identidades que transmiten fe y esperanza. Religiosos, cofradías, familias y jóvenes regresan a sus hogares llevando consigo los frutos de la unidad.

La unidad en la diversidad fue el mensaje que, con profunda devoción, expresó el pueblo de Dios llegado de todo el mundo para participar en la Misa solemne de inicio del magisterio petrino de León XIV.

Desde las primeras horas del día, el entusiasmo de los 200 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro era evidente en el ondear de decenas de banderas de países de los cinco continentes. Durante la espera, el rezo del rosario llenó el ambiente con recogimiento, mientras los símbolos de innumerables cofradías —llegadas a Roma en los días previos para su Jubileo— añadían color y tradición al momento. Muchas de ellas prolongaron su estancia en la ciudad para rendir homenaje al nuevo Pontífice.

La espera se transformó en júbilo incontenible cuando, poco después de las 9 de la mañana, el Papa apareció en la Plaza de San Pedro a bordo del Papamóvil, recorriendo toda la Via della Conciliazione hasta la Plaza Pia. Los saludos y bendiciones de León XIV fueron recibidos con emoción por miles de fieles que seguían su paso con miradas, corazones y cámaras en alto, intentando captar con una imagen un momento que quedará grabado en la memoria de los peregrinos, quienes volverán a sus hogares con emociones intensas y vivencias que compartir.

“Fui elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría”. Lo afirmó León XIV en su homilía de la ...

Cada uno vivió esta experiencia comunitaria sin perder su historia y su fe personal. Durante las horas de espera y celebración, los micrófonos de Radio Vaticana – Vatican News recogieron los testimonios de personas de todas las edades, nacionalidades y condiciones sociales. Luciano, un joven de 20 años de Tolentino (Marcas), viajó con tres amigos desde la madrugada para estar en primera fila junto a la balaustrada por donde pasó el Papamóvil. Giuseppe, miembro de la Cofradía de la Santísima Asunta de Nicosia, ofreció un sincero testimonio de la profunda religiosidad de su tierra. Fray Pascal, franciscano de la Inmaculada, vivió su presencia en la plaza como un "signo de unidad con el sucesor de Pedro", de quien espera "muchos frutos para la unidad de la Iglesia".

También estuvieron presentes muchas familias que viven su fe con alegría, como Ginevra, una joven que asistió junto a su madre Anna Maria y su abuela Pina, tres generaciones de mujeres llegadas desde Tripuzzi, en el Salento, para mantener viva una tradición que pasa de madre a hija. La homilía y la oración del Regina Coeli, seguidas con silencio y atención, fueron la confirmación del compromiso consciente con el que el pueblo de Dios participó en esta jornada histórica.

Y cuando las campanas de San Pedro resonaron en el aire, cada rostro reflejaba más que emoción: era la certeza de haber vivido un momento de gracia compartida. Porque más allá de los idiomas y las distancias, lo que unió a todos en esa plaza fue una fe viva, que no solo se celebra, sino que se lleva en el corazón, como luz para el camino que comienza.

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Ciudad del Vaticano. - Esta mañana el Pontífice ha presidido la celebración eucarística en el altar junto a la tumba de San Pedro, luego ha rezado ante las tumbas de sus predecesores y ante el "Nicho de los Palios".

Esta mañana, el Papa León XIV acudió a las Grutas Vaticanas para celebrar la Misa en el altar junto a la tumba de Pedro. Así lo informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, informando que con el Pontífice concelebró el Prior General de la Orden de San Agustín, padre Alejandro Moral Antón.

Al final de la Misa, el Papa se detuvo a rezar ante las tumbas de sus predecesores y ante el "Nicho de los Palios". A las 12, el Papa se asoma desde la Logia central de la Basílica de San Pedro para el rezo del Regina Coeli.

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Jueves, 08 Mayo 2025 14:09

Papa León XIV

(PREVOST Robert Francis, O.S.A.)

•    Fue Prefecto del Dicasterio para los Obispos, Arzobispo-Obispo Emérito de Chiclayo,
•    Nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois, Estados Unidos.

En 1977 ingresó en el noviciado de la Orden de San Agustín (O.S.A.), en la provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, en San Luis. El 29 de agosto de 1981 profesó sus votos solemnes. Estudió en la Unión Teológica Católica de Chicago, graduándose con una licenciatura en Teología.

A la edad de 27 años fue enviado por la Orden a Roma para estudiar Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (el Angelicum). Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de junio de 1982. Obtuvo la Licenciatura en 1984, luego fue enviado a trabajar en la misión de Chulucanas, en Piura, Perú (1985-1986).

En 1987 obtuvo el Doctorado con la tesis: “El papel del prior local de la Orden de San Agustín”. En el mismo año fue elegido director de vocaciones y director de misiones de la Provincia Agustiniana de “Mother of Good Counsel” en Olympia Fields, Illinois (EE.UU.). En 1988 fue enviado a la misión de Trujillo como director del proyecto de formación conjunta de los aspirantes agustinos de los Vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. Allí fue prior de la comunidad (1988-1992), director de formación (1988-1998) y maestro de los profesos (1992-1998). En la Arquidiócesis de Trujillo fue vicario judicial (1989-1998), profesor de Derecho Canónico, Patrística y Moral en el Seminario Mayor “San Carlos y San Marcelo”.

En 1999 fue elegido prior provincial de la Provincia “Madre del Buen Consejo” (Chicago). Después de dos años y medio, el Capítulo General Ordinario lo eligió Prior General, ministerio que la Orden le confió de nuevo en el Capítulo General Ordinario de 2007. En octubre de 2013 regresó a su Provincia (Chicago) para ser maestro de los profesos y vicario provincial; cargos que ocupó hasta que el Papa Francisco lo nombró, el 3 de noviembre de 2014, administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo (Perú), elevándolo a la dignidad episcopal de obispo titular de la Diócesis de Sufar. El 7 de noviembre tomó posesión canónica de la Diócesis en presencia del Nuncio Apostólico James Patrick Green; Fue ordenado obispo el 12 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Catedral de su diócesis. Es obispo de Chiclayo desde el 26 de septiembre de 2015. Desde marzo de 2018 es segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana. El Papa Francisco lo nombró miembro de la Congregación para el Clero en 2019 y miembro de la Congregación para los Obispos en 2020.

El 15 de abril de 2020, el Papa lo nombró Administrador Apostólico de la diócesis del Callao.

Desde el 30 de enero de 2023 es Prefecto del Dicasterio para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

El 6 de febrero de 2025, el Santo Padre Francisco lo promovió a la Orden de Obispos, asignándole el Título de Iglesia Suburbicaria de Albano.

Creado y proclamado Cardenal por el Papa Francisco en el Consistorio del 30 de septiembre de 2023 de la Diaconía de Santa Mónica.

Fue miembro:

de los Dicasterios: para la Evangelización, Sección para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares; para la Doctrina de la Fe; para las Iglesias Orientales; para el clero; para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; para la Cultura y la Educación; para textos legislativos.
de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano.

Elegido Santo Padre el 8 de mayo de 2025

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Jueves, 08 Mayo 2025 14:32

León XIV es el nuevo Papa

•    El Cónclave ha elegido al 267º Obispo de Roma, el Cardenal Robert Francis Prevost.
•    El anuncio dado a la multitud por el Cardenal Protodiácono Dominique Mamberti.

Ciudad del Vaticano. - Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!, “Les anuncio con gran alegría: ¡Tenemos Papa!”. Desde el Balcón central de la Basílica de San Pedro, el Cardenal Protodiácono Dominique Mamberti ha pronunciado la esperada fórmula latina, comunicando a Roma y al mundo el nombre del nuevo Sucesor de Pedro:

“Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum Robertum Franciscum Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinale Prevost, qui sibi nomen imposuit León XIV.

He aquí la traducción en español: “Eminentísimo y Reverendísimo Señor, Señor Robert Francis Cardenal de la Santa Romana Iglesia Prevost, quien ha tomado el nombre de León XIV”.

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