Domingo, 01 Octubre 2017 20:03

¿Qué onda con el tercer sector?

Columna | Tierra De Sal

La conformación y el empoderamiento del  Tercer Sector -Social- ha venido en incremento  en las últimas décadas. Hablar de la sociedad civil organizada implica, primero, estar consciente de que a nivel mundial existen entes ciudadanos, debidamente organizados bajo una personalidad jurídica e inscritas en un registro público y que NO tienen fines de lucro -y, por lo tanto, reinvierten sus beneficios en la propia actividad- y que son de titularidad privada.

Cabe mencionar que existen tipologías de entidades que NO han sido incluidas en este tercer sector, teniendo en cuenta su personalidad jurídica como: cooperativas (de consumidores, trabajo asociado, vivienda, enseñanza, sanidad, transporte, agricultura, etc.), exceptuando aquellas cooperativas de iniciativa social que no tienen ánimo de lucro; sociedades anónimas laborales; sociedades agrarias de transformación; empresas mercantiles no financieras controladas por agentes de la economía social; cooperativas de crédito (cajas rurales y cooperativas de crédito profesionales y populares) entre muchas otras.

La idea central se enmarca, que para ser Tercer Sector, debe estar encuadrada en  “sin fines de lucro”. En ésta línea es, donde se sustenta el carácter social y la fortaleza que tienen estas OSC (organizaciones de la sociedad civil). Su misión o actividad principal está orientada a las inclusiones sociales de colectivos vulnerables y a desarrollar acciones sociales siguiendo principios de proximidad al territorio o el entorno.

¿Qué debemos entender por economía social?

El término economía social surgió en la primera mitad del siglo XIX, cuando empezó a ser utilizado por autores franceses como Charles Dunoyer, Fréderic Le Play, Charles Gide, Leon Walras. En el siglo XIX, para muchos de sus defensores, el término economía social no designa sólo un tipo de organizaciones, sino también un cuestionamiento de la “economía de los economistas”, un enfoque que integra la problemática social al estudio de la economía. En la exposición universal de

1900, en Paris, se presentó un “Palacio de la Economía Social” descrito por el economista francés Charles Gide como una catedral cuya nave central comprendía tres partes: los poderes públicos, es decir las intervenciones públicas que atienden las necesidades sociales no satisfechas por el mercado, las asociaciones (entendidas como las asociaciones obreras), y las obras sociales de los patronos, la filantropía. Incluye así las instituciones que contribuyen a mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los obreros, asegurar contra los riesgos sociales, o permitir la independencia económica. (V. Oscar Bastidas. Economía social y Economía solidaria: Intento de Definición, 2001)

Ahora bien, si esta economía social se sustenta inicialmente en los movimientos económicos del siglo XIX, pues, entonces se convirtió en la alternativa social, como respuesta  a las demandas sociales “fallidas” o más bien inconclusas.

Ahora bien, si bien es cierto que mundo y sociedad pueden girar de manera organizada, este tercer sector conformado por ESAL’s (entidades sin ánimo de lucro) existen y se conforman para satisfacer necesidades no cubiertas, no satisfechas por el estado ni por los mercados.

¿Qué son las ESAL’s?

La ESAL, sustenta su teoría en que, actúan como entidades que se ajustan a las capacidades restringidas (fallidas) de los otros sectores. Si bien es cierto que, el mercado tiene una limitación inherente para proveer bienes colectivos, dada esta  posibilidad a las ESAL de acceder a ellos sin tener que pagar para obtenerlos, se vuelve una valiosa alternativa. Por el otro lado del Estado, en sistemas democráticos la producción de bienes colectivos por parte de él, depende del apoyo de las mayorías. Por tanto, ante las demandas de minorías sobre bienes colectivos, que el Estado no por su forma de operar no puede satisfacer (aunque debería) y dadas las limitaciones inherentes del mercado producir este tipo de bienes colectivos. El papel de las ESAL se convierten en una alternativa totalmente viable y que en muchos casos no ha sido valorada.

¿Qué podemos construir?

Si bien es cierto, que las ESAL’s  se vuelven una alternativa, pues el reto es enorme, pues la forma en que cada sociedad desea construir, se sustenta en una muy particular percepción de la realidad. Hago esta referencia, pues la teoría popperiana de los tres mundos vino a mi mente. Y por otro lado, la siempre presente disertación  entre economía social y economía solidaria como planteamientos la existencia de la realidad. La “realidad” discursiva, se apega a nuestro ser-en-el-mundo, y en este sentido podemos caer una serie de tropiezos que citan ya algunos teóricos sociales, y que no es tema de esa entrega.

Pero, lo que es igualmente de relevante, es la puntualización, que cada núcleo social, tiene necesidades muy específicas que están detectadas por la serie de voces que aprehenden y exponen en el discurso diario la solicitud de respuestas claras, eficaces y eficientes.

Estas propuestas argumentativas, son las que debido a su corta o larga temporalidad adquieren el sentido de la colectividad. Estas “solicitudes” que abanderan las voces de las OSC son las que entienden, viven y sienten sustentadas en el la experiencia diaria de los fenómenos observacionales, de las experiencia vividas y que como nuevos patrones de comportamiento social requieren una toma medidas emergentes y se vuelvan medidas permanentes.

Estos sucesos del “mundo real”, se pudieran interpretar como meros hechos independientes y aislados. Pero, sería una manera muy corta y limitada al tratar de justificar todas las “peticiones” sociales.

Hablando “en plata”, este ejercicio desde el tercer sector, se vuelve el preciado eslabón rumbo a la construcción de la democracia. Se evoca a la sociedad participativa. A la sociedad que tiene iniciativas propias. A la sociedad que le duele la pérdida de valores; le duele la violencia; los feminicidios; robos y asaltos; la impunidad entre otros.

La idea es elevar los niveles de participación ciudadana en la construcción de la gobernanza, ampliar los espacios de participación de todos y todas y,  mejorar las posibilidades de interlocución entre los diversos actores sociales.

Algo fundamental es elevar el trabajo de la confianza y credibilidad de nuestras instituciones y tejer junto con ellas frentes temáticos para el fortalecimiento de nuestro tejido social.

Si bien es cierto que esto no es fácil, tampoco es imposible. Y sólo, quienes entiendan y valoren la importancia de la sociedad civil organizada o mejor conocido el Tercer Sector, serán capaces de incidir en favor del país que tanto deseamos.

AL TIEMPO.

Twitter | @mayrusmayrus7 @divandelamujer

Publicado en COLUMNAS
Lunes, 05 Diciembre 2016 22:19

Aproximaciones al Tercer Sector: El Social

Columna | Tierra de Sal

¿Qué debemos entender por tercer sector? El antecedente es la existencia de dos sectores: el Público y el Privado. Entonces este tercer sector estará enfocado a lo Social. Son las organizaciones de la sociedad civil organizadas quienes conforman este creciente bloque.

Debemos entender que este tercer sector es una entidad sin fines de lucro. Son organizaciones que no redistribuyen sus beneficios a sus propietarios y accionistas, sino que los reinvierten en sus entidades para seguir cumpliendo sus objetivos fundacionales.

En breves palabras pueden estar conformadas como; primero, Sociedad Civil: ONG (Organizaciones No Gubernamentales), ONGD (Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo). Segundo, como Economía social: Cooperativas y Mutualidades. Tercero, como Asociacionismo Voluntario: Fundaciones y Asociaciones. Ultimo, como Sector no lucrativo: ESAL (Empresas sin ánimo de Lucro), ENL (Entidades No Lucrativas ).

Es obligado hacer un pequeño recorrido por cuatro momentos históricos de nuestro México: La Colonia; El período de la Independencia al Porfiriato; El Porfiriato, por último El período de indiferencia (1929-1960)

En el período colonial, las asociaciones eran fundamentalmente organizaciones religiosas. Y existían tres tipos de actores: las organizaciones de asistencia, la mayoría ligadas a organizaciones religiosas; las cofradías y las organizaciones privadas para fines público (2013, Natale Alejandro; El entorno Económico de las Organizaciones de la Sociedad Civil en México).

Durante el periodo de la Independencia al Porfiriato y tras la firma de la Independencia de México en 1821, el escenario de asistencialismo cambió; el nuevo gobierno introdujo un cambio mayor en la comprensión de la asistencia social, entendida ahora como una obligación del Estado y no una cuestión de caridad privada (V. Knight, 1985). Esto significó que, el reconocimiento de que el financiamiento antes apoyado por la Iglesia, como los dispensarios, escuelas y hospitales, por citar algunos, debían ser ahora un compromiso del Estado. “Esta concepción del Estado filantrópico se fortaleció en dos sentidos, con la promulgación de las Leyes de Reforma en 1859; primero, se restringía la participación de la Iglesia en el financiamiento de las actividades económicas y además se expropiaba la mayor parte de su patrimonio económico; segundo, se secularizó de la educación (V. González, 1985; Rodríguez, 1993; Rangel, 2003). Si bien es cierto, que estas reformas tuvieron un impacto significativo en la acción social y sin fines de lucro, el hecho de a ver dejado de lado a la iglesia les cerró la llave de la manutención a muchos entes sin fines de lucro y así que el tiempo de vida para muchos fue corto o muy complicado. En este periodo Benito Juárez creó la Lotería Nacional, copia el modelo de operar de los entes de asistencia social eclesiásticos. Y, la situación social y política no permitió el desarrollo pleno de las organizaciones no lucrativas.

Durante el Porfiriato; Díaz, “entendió que  las asociaciones de asistencia eran pequeñas válvulas de escape a la insatisfacción por la falta de seguridad social, no sólo siguió aceptando la participación de la Iglesia en la provisión de asistencia, sino que fomentó el surgimiento y la acción de organizaciones voluntarias privadas. Para apoyar la creación de asociaciones realizó dos acciones fundamentales una de regulación y otra de control. Promulgó una nueva ley, la Ley de Beneficencia Privada que fomentaba la acción social, principalmente en las áreas de educación y de caridad. Esta ley dio a las organizaciones el reconocimiento legal y de determinadas exenciones fiscales, así como las condiciones de vigilancia. En lo segundo, para tener control sobre las asociaciones, creó la Junta de Beneficencia Privada (JBP), un Consejo de ciudadanos voluntarios nombrados por el Presidente. Con algunos cambios este organismo sigue funcionando hasta nuestros días y, a la fecha, tiene 16 juntas de asistencia privada u organismos análogos” (2013, Natale: 23) En estos primero años de 1900, surgieron otros entes de segundo piso como  el Montepío Luz Saviñon I.A.P. que con el tiempo donaría el 10% de sus ganancias a causas sociales;

La Fundación de Socorros para Personas Menesterosas; la Fundación Señorita Trinidad Espinoza I.A.P. la Fundación Rafael Dondé I.A.P. y La Cruz Blanca dedicada a la salud, junto con otras asociaciones sindicales libres que tuvieron injerencia.

Durante el periodo de 1921, existían ya 33 asociaciones  con una dotación de 35 millones de pesos que asistían a 10 casas de ancianos, 4 colegios, 8 hospitales, entre otros. Este número creció a lo largo de la década subsiguiente. Estas organizaciones seguían utilizando modelos de financiamiento aprendidos a lo largo de su historia. Para 1929, aparecieron fondos como el Fondo Privado de Socorros José María Olloqui I.A.P. y otros basados en herencias o fondos familiares (ver Natal, 2002). Así, para los primeros años de los gobiernos post-revolucionarios, la manera en que se financiaba la asistencia y las causas sociales no se habían modificado sustancialmente y, al igual que en períodos anteriores el gobierno permitió que la Iglesia Católica continuara financiando a organizaciones no lucrativas y algunos tipos de acción social, siempre y cuando no interfirieran con la ideología del Estado. Por las características propias de esta forma de gobierno mexicano, todos los esfuerzos de filantropía fueron inhibidos y el ejercicio desde la barrera ciudadana empezó a exigir un rumbo democrático.

Teniendo estas líneas como antecedente, cabe mencionar que el desarrollo de este tercer sector fue directamente proporcional al momento histórico que rigió nuestro rumbo, primero, la iglesia, luego el Porfiriato con sus “bemoles” y luego por los 60 se fortalece la actividad de los entes sociales.

Hoy día, existen algunos datos estimados y refieren que existen Según el Registro Federal de Organizaciones de la Sociedad Civil, se contaba a julio de 2014 con 27 mil 18 actores sociales inscritos en todo el país. Y,  si bien es cierto que desde 2000 con el gobierno federal de alternancia, se esperó un mayor crecimiento en el impacto y trabajo social, todo quedó a la deriva. Pero, esta fuerza ciudadana, sigue en la búsqueda de la consolidación de un régimen democrático en nuestro país; donde la participación de la sociedad en la toma de decisiones es de gran importancia para incluir a sectores de la población antes excluidos  y legitimar una forma democrática de gobierno basada en el diálogo, la equidad, la inclusión y el consenso.

Nos debe quedar claro que una de las funciones de las OSC es ser un mecanismo de vigilancia y contrapeso ante las acciones de gobierno y a la par ser la voz de los sectores más vulnerables. Ser OSC es una responsabilidad enorme pero, privilegiada. El trabajo se torna en ocasiones arduo pero se debe seguir picando piedra para poder ser parte, de la toma de decisiones; encontrar el espacio al diálogo y, sobre todo en sensibilizar a los otros actores políticos quienes tienes en sus manos el futuro de nuestra democracia y olvidan el valor del respeto a los derechos humanos.

Muchos quienes conformamos este tercer sector; te invitamos a reflexionar y a coadyuvar en favor de una mejor sociedad; México nos necesita.

@mayrusmayrus7
@divandelamujer
@enlaceenmov

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