- Entre los liberados se encuentra el exdiputado Américo De Grazia, detenido tras la crisis desatada tras la presunta reelección de Nicolás Maduro en 2024, denunciada como fraude a escala internacional.

DW (Deutsche Welle).- Las autoridades chavistas de Venezuela excarcelaron este domingo (24.08.2025) a ocho opositores, dos de ellos con nacionalidad italiana, y otorgó arresto domiciliario para otros cinco, indicaron fuentes asociadas a la disidencia.

La mayoría de los liberados habían sido acusados por un caso de presunta corrupción en alcaldías manejadas por la oposición, denunciados por el gobierno a principios de año.

En el grupo también se encuentra el exdiputado Américo De Grazia, detenido tras la crisis desatada tras la presunta reelección de Nicolás Maduro en 2024, denunciada como fraude a escala internacional.

Los liberados son Víctor Jurado, Simón Vargas, Arelis Ojeda Escalante, Mayra Castro, Diana Berrío, Gorka Carnevalli, Margarita Assenzo y de Grazia, precisó el dirigente Henrique Capriles.

Nabil Maalouf, Valentín Gutiérrez Pineda, Rafael Ramírez, Pedro Guanipa y David Barroso recibieron a su vez una medida de "casa por cárcel".

El gobierno de Italia también confirmó la liberación de De Grazia y Assenzo, quienes deben presentarse a tribunales para aclarar las condiciones de su libertad y afirmó que seguirá trabajando para lograr la liberación de otros italianos detenidos.

rr afp/dpa


Publicado en EMBAJADA
Miércoles, 21 Febrero 2018 16:27

Presos en el laberinto del mundo

Artículo | Algo Más Que Palabras
  
     Si la desigualdad que impera hoy en el mundo está profundamente relacionada con esa cultura interesada del privilegio, también nos acorrala un fuerte deseo de dominio, por parte de los poderosos, para impedirnos unir voces y poder transformar el mundo, en un espacio más de todos y de nadie en particular. Por tanto, es hora de liberarnos de este egoísmo mundano y de pensar en otro estilo de convivencia más desinteresado, porque al fin de nuestra existencia lo que vale no son las propiedades aglutinadas, sino la ejemplaridad de nuestro camino, y con él, nuestro testimonio y nuestras andanzas. Ojalá aprendamos a sentir y a concertar las palabras con la mente y el corazón. Seguramente, entonces, no dejaríamos que más de dos millones y medio de recién nacidos fenezcan anualmente antes de poder alcanzar su primer mes de vida y, de ellos, un millón fallecerá el mismo día que nacen, especialmente en esos países, a los que aún le falta una asistencia sanitaria asequible, una alimentación apropiada y el consumo de agua potable. Ya está bien de que una buena parte de seres humanos caminen penados por un planeta, mientras un grupo de predilectos dominantes lo derrochan todo y apenas comparten nada.

    Realmente me cansa esta cárcel mundana, pues es un laberinto injusto, en medio de tantas atmósferas putrefactas que agreden y desprecian a la persona más vulnerable. Resulta impresionante constatar  este cúmulo de maldades  que verdaderamente nos roban hasta las lágrimas. Desgraciadamente, nos hemos acostumbrado a vivir enrejados en nuestro egoísmo altanero de los excesos superfluos, hasta el punto de no acertar a discernirse asimismo, sobre cuál es el verdadero corazón y cuál es la máscara. Deberíamos encontrar ese verdadero itinerario de amor, y aprender a cultivarlo día a día, lejos de la autosuficiencia, el orgullo y la soberbia que nos invade y gobierna por doquier rincón del planetario. Creo que ha llegado el momento de que recapacitemos como especie pensante y veamos la manera de confluir culturas que alienten hacia la autenticidad de todo caminante. De entrada, ahí van a estar los datos que nos van a indicar si los esfuerzos de desarrollo a nivel mundial se dirigen a los pobres y a las comunidades más sensibles y marginadas. Sea como fuere, no podemos pensar en clave apocalíptica, estamos obligados a leer la realidad y a plantarle cara con nuevos replanteamientos de nuestros modelos económico-sociales.

    Quizás sea tiempo de pararse y de reflexionar, de correr menos por este laberinto del mundo, ya que la misma velocidad nos confunde y nos atrofia. A propósito, ya en su tiempo el escritor sueco Johann August Strindberg (1849-1912), decía que: “cuando se tienen veinte años, uno cree haber resuelto el enigma del mundo; a los treinta reflexiona sobre él, y a los cuarenta descubre que es insoluble”; y, ciertamente así es, pero no podemos dejar de alimentar la esperanza, y para ello, es primordial que la sensatez nos aliente, al menos para volvernos más compasivos con nuestros análogos. En la actualidad, precisamente, la bioética se entronca como algo decisivo en la disputa entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. No olvidemos que el ser humano crece cuando progresa interiormente. Es desde esa hondonada espiritual como se trabaja por el bien de todos. En este sentido, las diversas religiones pueden hacer mucho bien a la humanidad, siempre y cuando no sean manipuladas, sacándolas de contexto, para favorecer luchas y enfrentamientos. Por ejemplo, el anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre nuestro. Partiendo de esta concordia es como se fraterniza todo, mediante caminos  cooperantes de encuentro y reconciliación.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Publicado en COLUMNAS

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