Artículo | Algo Más Que Palabras

“El trabajo hecho con especial esmero y con generosidad, siempre es una creación original y única. Bajo esta perspectiva innovadora, la humanidad tendrá que aunar esfuerzos, al menos para promover una visión auténtica de la persona humana y de la sociedad, que ha de regular también como objetivo global el valor de la naturaleza en la que se mueve”.
 
    El momento que vivimos no es fácil, tampoco nunca lo ha sido, pero ahora que habitamos en medio de la civilización tecnológica, donde todo lo humano parece olvidarse, hemos de estar más en guardia y más abiertos a los demás, particularmente con los débiles. Nadie se puede quedar en el olvido o en el abandono. Lo que importa realmente es el afecto vertido en todo lo que realizamos. Ciertamente, vivimos un cambio transformador, que requiere de cada uno de nosotros, comenzar por mirarnos con otros ojos más espirituales que corporales; ya que, es esta sabiduría que emana del corazón, la que realmente nos trasciende. No es la capacidad de las máquinas, tampoco la formación mundana irresponsable, la que nos hace ver horizontes claros, es nuestro propio espíritu de poetas.

    El trabajo hecho con especial esmero y con generosidad, siempre es una creación original y única. Bajo esta perspectiva innovadora, la humanidad tendrá que aunar esfuerzos, al menos para promover una visión auténtica de la persona humana y de la sociedad, que ha de regular también como objetivo global el valor de la naturaleza en la que se mueve. En este sentido, los pueblos indígenas se encuentran entre los más afectados por las condiciones meteorológicas extremas, la pérdida de biodiversidad y la disminución de los recursos naturales. Sin embargo, precisamente gracias a su talante natural y a su relación con el medio ambiente, son también los que nos pueden ayudar a encontrar soluciones para remediar los daños causados.

    Indudablemente, cada uno nosotros es garante de frenar destrucciones, que ocasionan verdaderos calvarios a las gentes. De ahí, la importancia de ahondar en nosotros mismos como seres de verbo en verso, que ha de llevarnos a cuestionarnos nuestro papel en el mundo. En este sentido, el propio Papa Francisco, lo describía como un cambio de época, que ha de llevarnos a una renovada cognición por lo auténtico. La apariencia y la mentira sólo brindan vacío y vicio. Nuestro interior es el que verdaderamente nos alberga los estados de la placidez; por eso, hay que dejarse oír, dejándose templar y determinar por sus poéticos pulsos y pausas. Por eso, frente al propio hacer de cada día, quizás convendría que nos interrogásemos sobre sí: ¿tengo corazón para ser poesía o prefiero poder y dominación?

    Vivir, por sí mismo, es el mejor poema a injertar que nos guarda y nos aguarda en las fibras del alma. Lo trascendente no es tanto mantenerse en forma, como que impere el buen fondo, para poder comprender que nada de lo que le ocurra a nuestros semejantes, nos debe resultar ajeno. Tenemos que parar de lanzarnos piedras entre sí, fomentando la cultura del sincero abrazo y la comunión de latidos. Deja de tener sentido, mirar hacia otro lado; al ver como se activan las armas y no el alma de amor. O presenciar con la indiferencia, las meras luchas de poder en torno a intereses parciales mezquinos. Hemos de despertar. Máxime, sabiendo, que el mundo puede cambiar desde el corazón. Renunciemos a perder el tiempo y ayudemos a donarnos una existencia decente hermanada.

    Aprendamos entre sí unos de otros, custodiemos el mundo con la lirica alabanza del reencuentro, lo que implica abarcar la totalidad del ser, tanto mental como sapiente, corpórea y relacional. De esto se deduce que todos llevamos consigo una dimensión contemplativa, un deseo innato de hacer genealogía, uniendo vínculos a golpe de miradas acariciadoras, que son las que fomentan la inspiración andante que somos. Sin duda, es bajo este contexto como se avanza y se difumina la línea que separa lo genuinamente humano de lo adulterado. Necesitamos el don de la iluminación pensante, para poder discernir e irnos del oleaje que nos deshumaniza, con inhumanidades manifiestas, que nos alejan de esa alianza plena, como trovadores de apego vivo. ¡Retornemos, pues, a la composición armónica!  
                
Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
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Ciudad del Vaticano. - El cuerpo del difunto Papa Francisco será trasladado a la Basílica de San Pedro el miércoles a las 9:00 a. m. para estar en el estado hasta su funeral el sábado por la mañana a las 10:00 a.m.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció el martes que el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio de Cardenales, presidirá la misa fúnebre, que será celebrada por patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes de todo el mundo.

La celebración eucarística concluirá con el Ultima encomiendatio y la Valedictio, marcando el inicio de los Novemdiales, o nueve días de luto y Misas por el reposo del alma del Papa Francisco.

El cuerpo del difunto Papa será llevado a la Basílica de San Pedro y luego a la Basílico de Santa María Mayor para su sepultura.

Antes, el miércoles, el ataúd que contiene el cuerpo del Papa será llevado desde la capilla de la Casa Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro.

El cardenal Kevin Farrell, Camerlengo de la Sagrada Iglesia Romana, presidirá el rito de traducción el 23 de abril, que comenzará a las 9:00 a. m. con un momento de oración.

La procesión pasará por la Plaza de Santa Marta y la Plaza de los Protomártires Romanos, según la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

La procesión saldrá a través del Arco de las Campanas hacia la Plaza de San Pedro y entrará en la Basílica del Vaticano por la puerta central.

En el Altar de la Confesión, el Cardenal Camerlengo presidirá la Liturgia de la Palabra, en cuya conclusión comenzarán las visitas al cuerpo del Romano Pontífice.

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Ciudad del Vaticano. - El anuncio del cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia desde la Casa Santa Marta: «A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de la Iglesia».

Hace poco, el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, anunció con tristeza el fallecimiento del Papa Francisco, con estas palabras:

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre.

Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.

Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

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CIUDAD DEL VATICANO. - El don eucarístico y el misterio la muerte y resurrección de Cristo que celebramos en el triduo pascual fue tema de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general del miércoles 1 de abril de 2015. Y en ella, recuerda que la piedra del dolor será removida por el resplandor de la resurrección, que ilumina nuestro presente y nuestro futuro.

Mañana comienza el Triduo Pascual que se abre con la celebración de la Última Cena, en la que Jesús ofreció, con el Pan y el Vino, su Cuerpo y su Sangre al Padre, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. El gesto de lavar los pies es expresión de esa misma entrega como servicio a Dios y a los hermanos. En el Bautismo, la gracia de Dios nos ha lavado del pecado, y cada Eucaristía nos interpela a seguir el mandamiento de su amor. El Viernes Santo recordaremos las palabras de Jesús en la Cruz: «Está cumplido». El sacrificio del Cordero inmolado, que transforma la mayor iniquidad en un acto supremo de amor, lleva a término el plan de salvación contenido en las Escrituras. Nuestra vida refleja este amor perfecto, cuando ofreciéndola por los demás, como Jesús nos enseñó, lo hacemos presente en medio de su pueblo. El Sábado Santo, contemplaremos el descanso de Jesús en el sepulcro. Junto a María, mantendremos encendida la llama de la fe y de la esperanza. Y en la tarde, en En la Vigilia Pascual, celebraremos al el Resucitado, centro y fin de la creación y de la historia, en la alegre esperanza de su retorno. La piedra del dolor será removida por el resplandor de la resurrección, que ilumina nuestro presente y nuestro futuro.

Que el Señor nos conceda a todos participar plenamente en el misterio de su muerte y resurrección haciendo nuestros sus propios sentimientos. Muchas gracias.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Continuando con su serie de catequesis sobre «Jesús, nuestra esperanza» en la Audiencia General semanal, el Papa Francisco reflexiona sobre el nacimiento de Jesús en un establo de Belén, diciendo que abre nuestros corazones al asombro y al anuncio gozoso.

En su serie de catequesis sobre «Jesús, nuestra esperanza», el Papa Francisco se centró en el nacimiento de Jesús en Belén, destacando la humildad de Dios, que eligió nacer en un tiempo y lugar particulares, y en las circunstancias más humildes.

Incluso antes de su nacimiento, dijo el Papa, Jesús se hizo nuestro «compañero de viaje», viajando en el vientre de María, su madre, para visitar a Isabel; y más tarde, con María y José, viajando a Belén para ser inscrito en el censo.

Primeros testigos de la Buena Nueva

En su catequesis, que pidió leer al P. Pierluigi Giroli IC. El Papa Francisco explicó que la forma del nacimiento de Cristo fue «inaudita» para un rey. Jesús -señaló- no nació en un palacio real, sino en la parte trasera de una casa, en el lugar donde se guardaban los animales.

Los primeros testigos del nacimiento del Mesías fueron los pastores: «hombres de escasa cultura, malolientes por el contacto constante con los animales, que viven al margen de la sociedad».

Y sin embargo, dijo el Papa, los pastores practican la misma ocupación «por la que Dios mismo se da a conocer a su pueblo». Y Él los elige como los primeros destinatarios del anuncio más grande de todos los tiempos: «Os ha nacido un Salvador, que es Mesías y Señor».

También aquí, el Papa Francisco se centró en las humildes circunstancias de la aparición de Jesús: los pastores lo encuentran acostado en un pesebre, un comedero. La buena noticia de que su Salvador, el Mesías, se encuentra en «un lugar muy humilde, reservado a los animales... abre sus corazones al asombro, a la alabanza y al anuncio gozoso».

Como señaló el Papa en su Carta apostólica Admirabile signum, «son los humildes y los pobres quienes saludan el acontecimiento de la Encarnación».

Capaces de asombro y alabanza ante Dios

El Santo Padre invitó a los fieles a buscar la gracia de ser capaces de «asombro y alabanza ante Dios», como lo fueron los pastores, «y de ser capaces de valorar lo que Él nos ha confiado: los talentos, los carismas, nuestra vocación y las personas que pone a nuestro lado».

Por último, dijo: «Pidamos al Señor ser capaces de discernir en la debilidad la fuerza extraordinaria del Niño Dios, que viene a renovar el mundo y a transformar nuestras vidas con su proyecto lleno de esperanza para toda la humanidad».

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Ciudad del Vaticano. - Al final de la celebración eucarística jubilar, dirigiéndose a los militares de todo el mundo, el Papa hace otra recomendación citando la «Gaudium et spes»: observar siempre las convenciones internacionales sobre los conflictos, guardar «sagrado respeto por la vida de la Creación». Luego su pensamiento se dirige a Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar, Kivu, Sudán: «Que callen las armas en todas partes y que se escuche el grito de los pueblos que piden la paz».

Al final de la Misa por el Jubileo de las Fuerzas Armadas, de Policía y de Seguridad, presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, el Pontífice renueva su recomendación a la luz de la Constitución Pastoral Gaudium et spes, que en el párrafo n. 79 especifica precisamente el deber de mitigar la inhumanidad de la guerra.

El servicio armado sólo debe ejercerse en legítima defensa

La puntualización de la doctrina de la Iglesia se hace antes de la oración mariana dominical, al tiempo que se da las gracias a las autoridades civiles presentes en el Vaticano por su peregrinación, «por su servicio pastoral» y a los ordinarios y capellanes castrenses. A los militares esparcidos por el mundo, el Pontífice recuerda uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II que dice: «Los que, al servicio de la patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos».

Este servicio armado sólo debe ejercerse en defensa propia, nunca para imponer el dominio sobre otras naciones. Siempre observando las convenciones internacionales sobre conflictos. Y ante todo con sagrado respeto a la vida de la Creación.

El Papa a las Fuerzas Armadas: no se dejen seducir por las armas, defiendan siempre la vida

Francisco presidió en la plaza de San Pedro la misa jubilar por los cuerpos militares y de seguridad, destacando su valor en la «lucha contra la criminalidad y las diversas formas ...

Rezar por la paz en las regiones desgarradas por los conflictos

Y confiando su oración a la Virgen, Reina de la Paz, Francisco no olvida dirigir su pensamiento a la «atormentada Ucrania, en Palestina, en Israel, Myanmar, en todo Oriente Medio, en Kivu, en Sudán.

Que en todas partes callen las armas y se escuche el grito de los pueblos que piden la paz.

Las palabras del Papa llegan cuando los escenarios de conflicto en algunas regiones del mundo despiertan la preocupación de cancillerías y pueblos. En relación a la guerra en Ucrania, el presidente de EEUU, Trump, afirmó en una entrevista al New York Post que había hablado por teléfono con su homólogo ruso, Putin, para intentar negociar el fin del conflicto. Por parte rusa ninguna confirmación ni desmentida. En la ex Birmania, donde la Junta Militar lleva casi cuatro años atacando a la población, la situación de los refugiados es desesperada, agravada por las medidas enérgicas de Donald Trump contra la agencia de desarrollo estadounidense USAID, que -como señala la organización humanitaria católica missio Aachen- ya están teniendo un gran impacto, al dejar de financiarse de la noche a la mañana un centro de salud en un campo de refugiados en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Mientras tanto, el Presidente de Kenia, que actualmente lidera la Comunidad de África Oriental, organismo que promovió la cumbre de ayer en Dar es Salaam, ha hecho un llamamiento a todas las fuerzas armadas de la República Democrática del Congo para que cesen las hostilidades: que el grupo M23 deje de avanzar y que el ejército congoleño deje de responder.

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Ciudad del Vaticano. -  El Santo Padre envía un mensaje a los asistentes a la VI Conferencia Internacional "Por el equilibrio del mundo" que se efectúa en La Habana, Cuba, del 28 al 31 de enero de 2025. En el marco del Año Santo, reflexiona sobre la esperanza y destaca las iniciativas que abren caminos para quienes viven en condiciones de penuria.

"Los pobres y los enfermos, los jóvenes y los ancianos, los migrantes y los desplazados, incluso los privados de libertad, deben estar en el centro de nuestras consideraciones, para que nadie quede excluido y todos vean respetada su dignidad humana". Lo escribe el Papa Francisco en el mensaje dirigido a los participantes en la VI Conferencia Internacional "Por el equilibrio del mundo" que se realiza en La Habana, Cuba, del 28 al 31 de enero de 2025.

Bajo el lema "Con todos y para el bien de todos", el evento congrega a científicos de diversas ramas del saber, especialmente de las ciencias sociales, para reflexionar sobre los principales problemas contemporáneos. También pretenden encontrar objetivos comunes que permitan la unidad de acción global, sensibilizar a la opinión pública acerca de la importancia de la preeminencia del diálogo sobre la guerra, el amor sobre el odio y la solidaridad sobre el egoísmo.

En su texto, el Santo Padre recuerda las palabras de Jesús en la parábola del juicio final: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40). En dicha línea, Francisco afirma que "como creyentes en Jesucristo, esta interpelación nos invita a reconocer en cada hombre y mujer la imagen de Dios, llamados a ser hermanos y a formar parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios". Incluso el Papa sostiene que fuera del ámbito de la fe, esta afirmación mantiene íntegra su fuerza, pues todos estamos llamados a vivir en gratuidad fraterna y cada cosa que hacemos por otro nos repercute como individuos y como sociedad.

El Obispo de Roma nos incentiva a aprender esta lección desde el amor, "construyendo la esperanza en ese equilibrio que busca que todos tengan lo necesario, enseñándonos a compartir con el pobre, y a abrirnos con generosa acogida al otro, de manera que sepamos contribuir con lo que somos y tenemos al bien común". Asimismo, augura "que estos deseos puedan ayudarles en los trabajos que emprenden en pro de una sociedad más justa y fraterna".
Trabajar con denuedo para que la esperanza se traduzca en paz

Según el Sucesor de Pedro, en el contexto del Jubileo de 2025, la esperanza se revela como un valor muy adecuado para este foro, indica, "pues, gracias a su aspiración de ser abierto, plural y multidisciplinar, tiene la capacidad de asomarse a las razones que mueven el corazón del hombre de hoy".

    “Es la esperanza, que a los cristianos nos da la fe y el amor a Jesucristo, la que nos permite estar “dispuestos a participar de los sufrimientos, los cansancios, las desilusiones y los temores que son parte de la vida” de todo hombre y toda sociedad (cf. Carta enc. Dilexit nos, 157).”

"Nuestra esperanza, asegura el Pontífice, nace del amor y se funda en el amor. Un amor que nos llama a construir, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este mundo con nuestro pecado, una nueva civilización del amor, para que en medio del desastre que ha dejado el mal, todos colaboremos en la reconstrucción del bien y la belleza".

Además, el Pontífice se refiere a una serie de "signos y de llamamientos a la esperanza" que planteó en la bula de indicción del Año Santo, Spes non confundit. Signos que a nivel social y cultural podemos asumir, dice, como hombres de buena voluntad, "redescubriendo esta preciosa virtud en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece, poniendo atención 'a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia'".

Por ende, el Papa espera que dicha certeza nos impele a trabajar con denuedo para que esta esperanza se traduzca en paz para el mundo. Un empeño que no tendrá éxito -advierte el Santo Padre- si no logra que cada hombre, impedido a abrirse a la vida con entusiasmo, a causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, pueda mirar al futuro con esperanza.

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Ciudad del Vaticano. - En la audiencia general de esta mañana el Papa Francisco retomó el ciclo jubilar sobre «Jesucristo, nuestra esperanza» y desarrolló su catequesis sobre la escucha y la disponibilidad de María al anuncio del ángel Gabriel. De ella, que se lanzó «a la misión más grande que jamás haya sido confiada a una mujer, a una criatura humana», aprendemos a confiar en el Señor. «Recordemos a todos y para siempre que no es el hombre quien salva, sino sólo Dios»

María, que escuchó el anuncio del ángel Gabriel y dio espacio a Dios abandonándose a Él, que acogió «al Verbo en su propia carne» lanzándose «a la misión más grande que jamás haya sido confiada a una mujer, a una criatura humana», se puso «al servicio» del Todopoderoso.

El Santo Padre, durante la audiencia general celebrada la mañana de este 22 de enero, en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, reanudó el ciclo jubilar sobre «Jesucristo, nuestra esperanza», en la segunda catequesis dedicada a «La infancia de Jesús».

El Papa desarrolló su reflexión sobre «El anuncio a María. Escucha y disponibilidad» y se detuvo en los «efectos de la fuerza transformadora de la Palabra de Dios» y en todo lo que nos enseña la Virgen, llamada a ser la madre del Mesías.

    “Aprendamos de María, Madre del Salvador y Madre nuestra, a dejarnos abrir los oídos a la Palabra divina, a acogerla y apreciarla, para que transforme nuestros corazones en tabernáculos de su presencia, en hogares hospitalarios donde pueda crecer la esperanza”

La gracia de Dios en María

Remontándose a lo largo de los siglos, el Papa reflexionó sobre lo que sucedió en la pequeña aldea de Nazaret, en Galilea, «en las afueras de Israel, zona fronteriza con los paganos y sus contaminaciones».

En este lugar, desconocido para la mayoría de la gente de la época, «el ángel llevó un mensaje de forma y contenido totalmente inauditos, tanto que el corazón de María se estremeció, se turbó», señaló el Pontífice, añadiendo que Gabriel no la saludó con el clásico «la paz sea contigo», sino que «se dirigió a la Virgen con la invitación: «¡alégrate! ', «¡alégrate!'», la misma que utilizan los profetas al anunciar «la venida del Mesías» y que «Dios dirige a su pueblo cuando termina el exilio».

Revisa la videonoticia de la Audiencia General

Además, Dios llamó a María con un nombre de amor desconocido en la historia bíblica: kecharitoméne, que significa «llena de la gracia divina». María está llena de la gracia divina. Este nombre dice que el amor de Dios habita y sigue habitando desde hace mucho tiempo en su corazón. Dice cuán «llena de gracia» es y, sobre todo, cómo la gracia de Dios ha realizado en ella un cincelado interior que la ha convertido en una obra maestra: llena de gracia.

    “Las palabras del ángel inquietaron a María, que enseguida fue tranquilizada: ‘¡No temas!’”

Siempre la presencia del Señor nos da esta gracia de no temer, y así le dice a María: «¡No temas!». «No temas» dice Dios a Abraham, a Isaac, a Moisés, en la historia: «¡No temas!». Y también nos lo dice a nosotros: «No temas, adelante; ¡No temas!».

    “‘Padre tengo miedo de esto’; ‘Y qué haces, cuando...’ ‘Perdone, Padre, le digo la verdad: voy a la bruja...’ ‘¡Vas a la bruja!’; ‘Eh sí me leen las manos...’ ¡Por favor, no tenga miedo! ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo! Esto es bueno. ‘Soy tu compañero de camino’”

A María Gabriel le anunció la misión de Cristo, explicó Francisco, y le dijo que el niño del que sería madre iba a ser «rey, pero no a la manera humana y carnal, sino a la manera divina y espiritual».

    “Su nombre será ‘Jesús’, que significa ‘Dios salva’, recordando a todos y para siempre que no es el hombre quien salva, sino sólo Dios”

Confiar en Dios

La joven María, llamada a una «maternidad absolutamente única», «busca comprender, discernir lo que sucede» y «no busca fuera, sino dentro», concluyó el Papa, y «en lo más profundo de su corazón abierto y sensible, escuchó la invitación a confiar en Dios».

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Ciudad del Vaticano. - Antes de rezar el Ángelus dominical, el Papa Francisco resalta que, incluso en tiempos de dificultad, el amor de Dios nunca nos falta, y siempre nos ofrece abundancia para llenar nuestras vidas de alegría y esperanza.

Hubo una vez que Jesús convirtió el agua en vino y este suceso se conoce como “el milagro de las bodas de Caná”. Este milagro, según el Papa, no solo revela el poder de Jesús, sino que también simboliza el amor generoso de Dios hacia la humanidad. En el Ángelus del II domingo del Tiempo Ordinario (19 de enero de 2025) el Papa Francisco destaca dos elementos clave de este pasaje del Evangelio según Juan: la falta y la sobreabundancia.

“Por un lado, falta vino y María le dice a su Hijo: «No tienen vino»; por el otro, Jesús interviene haciendo llenar seis grandes ánforas y, al final, el vino es tan abundante y exquisito que el dueño del banquete pregunta al esposo porque lo ha conservado hasta el final”. “Entonces – continúa el Papa –nuestro signo es siempre la falta, pero el signo de Dios es la sobreabundancia”.

Dios no es tacaño

En este sentido, el Papa pregunta: “A la falta del hombre ¿cómo responde Dios? Y en seguida da la respuesta: “con la sobreabundancia”:

“Dios no es tacaño; Dios cuando da, da mucho. No te da un poco, te da mucho. A nuestras carencias el Señor responde con su superabundancia.”

El Papa recuerda que también en el banquete de nuestras vidas a veces nos encontramos con que falta el vino: “Sucede cuando las preocupaciones que nos afligen, los temores que nos asaltan o las fuerzas perturbadoras del mal nos roban el sabor de la vida, la ebriedad de la alegría y el sabor de la esperanza”. El Papa advierte estar atentos a esta falta, porque cuando el Señor da, da sobreabundancia: “Parece una contradicción: más carencia nuestra, más sobreabundancia del Señor, porque el Señor quiere hacer fiesta con nosotros, una fiesta que no tendrá fin”.

Este III domingo de 2025, el Pontífice no solo ha reflexionado sobre un episodio evangélico, sino que ha ofrecido una profunda lección espiritual: aunque nuestras vidas puedan verse desbordadas por las preocupaciones y las dificultades, nunca nos faltará la ayuda de Dios, por ello, ha invitado a los fieles a rezar a la Virgen María, para que ella interceda por nosotros y, en este año jubilar, “nos ayude a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor Jesús”.

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Ciudad del Vaticano. - En la Audiencia General, el Pontífice volvió a hablar de los millones de niños que hoy se ven obligados a trabajar, subrayando que son los más pequeños quienes pagan el «precio más alto» de la «pobreza generalizada», de la «falta de instrumentos sociales para sostener a las familias» y de la «precariedad del trabajo». Es necesario «despertar las conciencias» e instó a los periodistas que den a conocer el problema y lo denuncien.

A los niños dedicó también hoy el Papa la catequesis de la Audiencia General, el miércoles 15 de enero. Como hizo hace una semana, encontrándose con peregrinos de todo el mundo en el Aula Pablo VI, Francisco se detuvo en el problema del trabajo infantil, en particular, de la explotación en el sector de la producción alimentaria y textil, porque aún hoy en el mundo, «cientos de millones de menores, a pesar de no tener la edad mínima para cumplir con las obligaciones de la edad adulta, se ven obligados a trabajar y muchos de ellos están expuestos a trabajos particularmente peligrosos». Seguidamente, relató que conoce un país en América Latina donde los niños son explotados y esclavizados para la recolección de arándanos:

Cosechar arándanos requiere manos tiernas y para ello se hace trabajar a los niños, se los esclaviza de pequeños para la cosecha.

Pero también preocupan al Pontífice los menores «esclavizados por la trata para la prostitución o la pornografía, y los matrimonios forzados».

    “En nuestras sociedades, por desgracia, hay muchas formas de abuso y maltrato de menores. El abuso de menores, sea cual sea su naturaleza, es un acto despreciable y atroz. No es simplemente una lacra de la sociedad y un crimen; es una gravísima violación de los mandamientos de Dios. Ningún menor debería sufrir abusos. Un solo caso, ya es demasiado.”

Proteger a los menores, despertar conciencias

Ante todo esto es necesario «despertar las conciencias, practicar la cercanía y la solidaridad concreta con los niños y los chicos», instó Francisco, que pidió «construir confianza y sinergias» entre quienes se comprometen a ofrecer a los menores «oportunidades y lugares seguros en los que crecer serenamente». El análisis del Papa es claro: hoy son los más jóvenes quienes pagan el «precio más alto» de la «pobreza generalizada», de la «falta de instrumentos sociales para sostener a las familias», de la «marginalidad que ha aumentado en los últimos años junto con el desempleo» y de la «precariedad laboral».

Y en las grandes ciudades, donde hay más «fractura social» y «degradación moral», «hay niños empleados en el tráfico de drogas y en las más diversas actividades ilícitas», y «a veces trágicamente» también son «inducidos a convertirse en “verdugos” de otros coetáneos, además de dañarse a sí mismos, su dignidad y humanidad», añadió.

El recuerdo de Loan Danilo Peña

Francisco reiteró su pesar por la indiferencia ante «estas vidas perdidas» que se encuentran «en la calle, en el barrio de la parroquia» y recordó a un niño argentino llamado Loan que «fue secuestrado y no se sabe dónde está». Una de las hipótesis, dijo, «es que se lo llevaron para extraerle órganos, para hacer trasplantes».

    “Esto se hace, se sabe bien. Esto se hace. Algunos vuelven con una cicatriz, otros mueren. Por eso quiero recordar hoy a este chico Loan.”

Nos cuesta reconocer la injusticia social que lleva a dos niños, que tal vez viven en el mismo barrio o bloque de apartamentos, a tomar caminos y destinos diametralmente opuestos, porque uno de ellos nació en una familia desfavorecida. «Una fractura humana y social inaceptable - denuncia el pontífice -  entre los que pueden soñar y los que deben sucumbir. Mientras que Jesús «nos quiere a todos libres y felices».

Por eso nos pide detenernos y escuchar el sufrimiento de los que no tienen voz, de los que no tienen educación.
 
No seamos cómplices de la explotación infantil

«Para construir un futuro mejor» es necesario «combatir la explotación, especialmente la infantil», porque así se podrá construir un futuro mejor para toda la sociedad, explicó el Papa, que sugirió cómo puede contribuir cada persona.

En primer lugar, debemos reconocer que si queremos erradicar el trabajo infantil, no podemos ser cómplices del mismo. ¿Y cuándo lo somos? Por ejemplo, cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil. ¿Cómo puedo comer y vestirme sabiendo que detrás de esa comida o de esa ropa hay niños explotados, que trabajan en vez de ir a la escuela? Tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices. Ver de dónde vienen esos productos.

Que instituciones y periodistas cumplan con su parte

Francisco también hizo un llamamiento a «las instituciones, incluidas las eclesiásticas, y a las empresas» para que asuman su responsabilidad: «pueden marcar la diferencia cambiando sus inversiones hacia empresas que no utilicen ni permitan el trabajo de menores». A continuación, lanzó un llamamiento a nivel internacional y apeló en particular a los periodistas para que saquen a la luz la explotación de menores y pongan fin a la misma.

Muchos Estados y organizaciones internacionales ya han promulgado leyes y directivas contra el trabajo infantil, pero se puede hacer más. También exhorto a los periodistas, allí también hay algunos periodistas, a que cumplan con su parte: pueden ayudar a concienciar sobre el problema y a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien, denuncien estas cosas.

Ver a los pequeños invisibles

Por último, el Papa agradeció a quienes se comprometen en favor de los niños y recordó a la Madre Teresa de Calcuta, que estuvo al lado de tantos niños «entre los más desfavorecidos y olvidados»: «con la ternura y la atención de su mirada, ella puede acompañarnos a ver a los pequeños invisibles, los demasiados esclavos de un mundo que no podemos dejar a sus injusticias. Porque la felicidad de los más débiles construye la paz de todos». Y concluyendo su catequesis propuso un texto de la religiosa Premio Nobel de la Paz para dar «voz a los niños»:

«Pido un lugar seguro donde poder jugar.

Pido una sonrisa de alguien que sepa amar.

Pido el derecho a ser un niño, a ser la esperanza de un mundo mejor.

Pido poder crecer como persona.

¿Puedo contar contigo?».

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