•    En el tercer domingo de Pascua el Papa Francisco habla de tres verbos que expresan amor: mirar, tocar y comer, y recuerda que ser cristianos “no es una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con el Señor Resucitado” porque lo miramos, lo tocamos y nos alimentamos de Él.

Ciudad del Vaticano. - Después de varias semanas, el Pontífice se ha vuelto a asomar este mediodía desde el balcón del Palacio Apostólico para rezar el Regina Coeli junto a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y no desde la Biblioteca Vaticana como lo estaba haciendo, con motivo de las restricciones por la pandemia.

Desde el balcón, en este tercer domingo de Pascua, el Papa Francisco ha reflexionado acerca del evangelio del día según Lucas, donde desde el Cenáculo, en Jerusalén, Cristo resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda diciendo: «¡La paz con vosotros!», pero “estaban asustados y creían «ver un fantasma»” dice el Papa. Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y dice: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme» y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita.

Francisco asegura que hay dos detalles en esta descripción: el primero es que “dice el evangelio que los apóstoles por la gran alegría aun no creían, era tal la alegría que tenían que no podían creer que fuera verdad”. El otro detalle que señala el Papa es que “estaban atónitos, sorprendidos, porque el encuentro con Dios siempre te lleva al estupor, va mas allá del entusiasmo y la alegría y estos estaban felices, pero era una felicidad que les hacia pensar: esto no puede ser”.  “Es el estupor de la presencia de Dios – dice el Papa – no se olviden de este estado de ánimo”.

El Pontífice asegura que este pasaje evangélico se caracteriza por tres verbos muy concretos “que en cierto sentido reflejan nuestra vida personal y comunitaria: mirar, tocar y comer”. “Tres acciones – dice – que pueden dar la alegría de un verdadero encuentro con Jesús vivo”. De hecho – subraya – “este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús no es un “fantasma”, sino una Persona viva” y nos recuerda que ser cristianos “no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas”.

Mirar: uno de los verbos del amor

“Mirad mis manos y mis pies” —dice Jesús. El Santo Padre ha explicado que “mirar” no es solo ver, sino que también implica “intención y voluntad”. Por eso – dice el Papa – es uno de los verbos del amor: “La madre y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran recíprocamente; el buen médico mira atentamente al paciente... Mirar es un primer paso contra la indiferencia, contra la tentación de volver la cara ante las dificultades y sufrimientos ajenos”.

Tocar: el amor pide cercanía y contacto

El segundo verbo que señala el Papa es “tocar” y retoma el evangelio de hoy para explicar que, Jesús, al invitar a los discípulos a palparle, para que constaten que no es un fantasma, “les indica a ellos y a nosotros que la relación con él y con nuestros hermanos no puede ser “a distancia”. “No existe un cristianismo a distancia – subraya el Papa – no existe solamente un cristianismo solo en el ámbito de la mirada”. Es más, el Papa asegura que el amor “pide cercanía, contacto, compartir la vida”. De hecho – puntualiza – “el buen samaritano no solo miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se inclinó, curó sus heridas, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con Jesús: amarlo significa entrar en una comunión vital y concreta con él”.

Comer en familia y amigos es una expresión de amor

Por último, Francisco habla del verbo “comer” y asegura que “expresa bien nuestra humanidad en su indigencia más natural, es decir, nuestra necesidad de nutrirnos para vivir”. “Pero comer – insiste – cuando lo hacemos juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión de amor, de comunión, de fiesta”. “¡Cuántas veces los Evangelios nos muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! –  exclama el Papa – hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha convertido en el signo emblemático de la comunidad cristiana”. Por eso, para el Papa, “comer juntos” es “el centro de la vida cristiana”.

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La mañana del Domingo de Resurrección el Papa Francisco ha celebrado la Santa Misa y seguidamente ha impartido la bendición Urbi et Orbi. “Jesús, el crucificado, ha resucitado, como había dicho. Aleluya”.

Ciudad del vaticano. - Este Domingo de Resurrección, en una mañana soleada y fresca y en medio del cierre casi total de las actividades en Italia a causa de la pandemia, el Papa Francisco dice: “Hoy resuena en cada lugar del mundo el anuncio de la Iglesia: “Jesús, el crucificado, ha resucitado, como había dicho. Aleluya”.

El anuncio de la Pascua no es un espejismo o una vía de escape

Francisco, en el mensaje con motivo de la bendición Urbi et Orbi, insistió en que el anuncio de la Pascua no muestra un espejismo o una fórmula de escape ante la situación que estamos viviendo: “La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Este es el escándalo de hoy”.

“El anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza y no defrauda: “Jesús, el crucificado, ha resucitado”. No nos habla de ángeles o de fantasmas, sino de un hombre, un hombre de carne y hueso, con un rostro y un nombre: Jesús”, afirmó el Obispo de Roma.

Dios resucitó a su hijo porque cumplió su voluntad de salvación

“Dios Padre resucitó a su Hijo Jesús porque cumplió plenamente su voluntad de salvación: asumió nuestra debilidad, nuestras dolencias, nuestra misma muerte; sufrió nuestros dolores, llevó el peso de nuestras iniquidades. Por eso Dios Padre lo exaltó y ahora Jesucristo vive para siempre, es el Señor”, afirmó el Romano Pontífice.

Cristo resucitado es esperanza

Francisco prosiguió afirmando que las llagas en las manos, pies y costado de Jesús, “estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros”.

El resucitado, subraya Francisco, es esperanza para todos los que sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que han perdido un ser querido. “Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios”. Seguidamente el Pontífice llamó a continuar con el proceso de vacunación: “en el espíritu de un “internacionalismo de las vacunas”, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”.

Cristo resucitado es consuelo

El Papa recogió las duras condiciones de vida que viven quienes han perdido el trabajo o están en problemas económicos. “Que el Señor inspire la acción de las autoridades públicas para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado. Desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas”.

Seguidamente, pidió por Haití: “Y precisamente al querido pueblo haitiano se dirige en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza”.  A continuación, el Papa dijo: “Y les digo que mi pensamiento va especialmente a ustedes, queridos hermanos y hermanas haitianos: estoy cerca de ustedes, estoy cerca de ustedes, y quisiera que los problemas se resolvieran definitivamente para ustedes. Rezo por ello, queridos hermanos y hermanas haitianos”.

El resucitado, esperanza para los jóvenes

Francisco expresó: “Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no sólo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad”.

Igualmente, el Papa expresó su cercanía a todos los jóvenes del mundo, particularmente a “los de Myanmar, que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio sólo puede disiparse con el amor”.

El Resucitado, fuente de renacimiento para los emigrantes

“Que la luz del Señor resucitado sea fuente de renacimiento para los emigrantes que huyen de la guerra y la miseria. En sus rostros reconocemos el rostro desfigurado y sufriente del Señor que camina hacia el Calvario. Que no les falten signos concretos de solidaridad y fraternidad humana, garantía de la victoria de la vida sobre la muerte que celebramos en este día” afirmó el Papa. A continuación, agradeció la solidaridad de Líbano y Jordania porque reciben a tantos refugiados que han huido del conflicto sirio.

Agradecimiento a los pueblos que acogen a migrantes

El Papa también pidió por el pueblo del Líbano y dijo: “Que el pueblo libanés, que atraviesa un período de dificultades e incertidumbres, experimente el consuelo del Señor resucitado y sea apoyado por la comunidad internacional en su vocación de ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo”.

Acallar las armas

El Papa pidió por Siria, “donde millones de personas viven actualmente en condiciones inhumanas”. También pidió por Yemen: “cuyas vicisitudes están rodeadas de un silencio ensordecedor y escandaloso y por Libia: “donde finalmente se vislumbra la salida a una década de contiendas y enfrentamientos sangrientos”. Francisco llama a todas las partes involucradas a cesar el sufrimiento de estos pueblos y a permitir que “los pueblos devastados por la guerra vivan en paz”.

Francisco expresó sus deseos para que los Palestinos e israelíes “vuelvan a encontrar la fuerza del diálogo para alcanzar una solución estable, que permita la convivencia de dos Estados en paz y prosperidad”.

El Obispo de Roma hizo memoria de Iraq, país que visitó recientemente y dijo: “pido pueda continuar por el camino de pacificación que ha emprendido, para que se realice el sueño de Dios de una familia humana hospitalaria y acogedora para todos sus hijos”.[1]

Francisco también dirigió su mirada hacia África, donde algunos países “ven su futuro amenazado por la violencia interna y el terrorismo internacional” y citó a Sahel y Nigeria, la región de Tigray y Cabo Delgado. Pidió que se continúen los esfuerzos por encontrar soluciones pacíficas a los conflictos, respetando los derechos humanos y la sacralidad de la vida.

“Todavía hay demasiadas guerras, demasiada violencia en el mundo”

“Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a vencer la mentalidad de la guerra”, dijo Francisco y pidió para que los prisioneros de los conflictos en Ucrania oriental y en Nagorno-Karabaj, que puedan volver sanos y salvos con sus familias. También pidió para al Señor que “inspire a los líderes de todo el mundo para que se frene la carrera armamentista”.

El Obispo de Roma recordó que el 4 de abril se celebra el Día Mundial contra las minas antipersona, artefactos que calificó como “artefactos arteros y horribles que matan o mutilan a muchos inocentes cada año (…) ¡Cuánto mejor sería un mundo sin esos instrumentos de muerte!”

El Papa expresó sus deseos “para todas las restricciones a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas y que cada uno pueda rezar y alabar a Dios libremente”.

Francisco terminó su alocución con las siguientes palabras: A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos. Y ahora recemos para que los efectos beneficiosos de esta curación se extiendan a todo el mundo. ¡Feliz Pascua, serena y santa a todos!

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La noche de este 2 de abril, Viernes Santo, el Papa Francisco presidió la meditación del Vía Crucis, en la Plaza de San Pedro.

Ciudad del Vaticano. - “Señor, Padre bueno, también este año hemos hecho memoria del Vía Crucis de tu Hijo Jesús, y lo hemos hecho con las voces y las oraciones de los niños, que Tú mismo has indicado como ejemplo para entrar en tu reino. Ayúdanos a ser como ellos, pequeños, necesitados de todo, abiertos a la vida. Haz que volvamos a adquirir la pureza de la mirada y del corazón”, fue la invocación que dirigió el Papa Francisco al final del Vía Crucis que presidió este 2 de abril, Viernes Santo, en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En su oración, el Santo Padre también pidió al Señor que, “bendiga y proteja a todos los niños del mundo, para que puedan crecer en edad, sabiduría y gracia, para que conozcan y sigan el proyecto de bien que Tú has pensado para cada uno. Bendice también a los padres y a cuantos colaboran con ellos en la educación de estos hijos tuyos, para que se sientan siempre unidos a ti al dar vida y amor”.

Niños y jóvenes llevando la cruz en la Plaza de San Pedro

Tal como estaba previsto, la noche de este 2 de abril, Viernes Santo, el Papa Francisco presidió la meditación del Vía Crucis, en la Plaza de San Pedro. Las estaciones fueron colocadas alrededor del obelisco y a lo largo del camino que lleva al atrio de la Basílica Vaticana, en toda la trayectoria se colocaron antorchas que iluminaban el recorrido, las mismas que formaban una gran cruz luminosa que se extendía sobre la plaza vacía, escenario que nos recordaba la celebración de la Statio Orbis de hace un año atrás, cuando el Papa en un momento de oración extraordinaria pidió al Señor que salve a la humanidad de la pandemia del coronavirus.

El Vía Crucis visto con los ojos de los jóvenes

Al igual que los años anteriores, la cruz que presidia la celebración fue llevada por un grupo de jóvenes y educadores que se encargaron de las meditaciones que fueron leídas por los propios autores. A cada meditación correspondía un dibujo que se fue mostrando a través de la televisión en directo. Al confiar las meditaciones del Vía Crucis a los niños, el Papa Francisco nos invita a mirar los sufrimientos de la humanidad -especialmente en este tiempo marcado por la pandemia- a través de los ojos de los más pequeños. Nos pide de alguna manera que nos rebajemos a mirar el mundo a la altura de su mirada.

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El Papa Francisco, durante la Audiencia General se refiere al Triduo Pascual, “centro del año litúrgico”. Subraya que los tres días “forman una unidad y son los más importantes de la liturgia de la Iglesia”.

Ciudad del vaticano. - El Obispo de Roma, durante la Audiencia General recuerda a los fieles que ya estamos inmersos en el ambiente de Semana Santa y a partir de mañana Jueves Santo, “viviremos los días centrales del Año Litúrgico, celebrando el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”.

Jueves Santo

El Papa muestra que en la tarde del Jueves Santo reviviremos lo que sucedió en la Última Cena. “Es la noche en que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la Eucaristía, no como recuerdo, sino como memoria, como su presencia eterna. En este Sacramento, Jesús sustituyó a la víctima sacrificial por él mismo: su Cuerpo y su Sangre nos dan la salvación de la esclavitud del pecado y de la muerte”.

El Papa subrayó que vivir la última cena es captar que “Es la noche en la que nos pide que nos amemos unos a otros convirtiéndonos en servidores de los demás, como hizo al lavar los pies de los discípulos. Es un gesto que anticipa la oblación sangrienta en la Cruz. De hecho, el Maestro y Señor morirá al día siguiente para hacer mundos no de los pies, sino de los corazones y la vida entera de sus discípulos”.

Viernes Santo

Es un día de penitencia, ayuno y oración. Francisco no señala que a través de “los textos de la Sagrada Escritura y de las oraciones litúrgicas, estaremos como reunidos en el Calvario para conmemorar la Pasión y Muerte Redentora de Jesucristo. En la intensidad del rito de la acción litúrgica se nos presentará el Crucifijo para adorarlo. Al adorar la Cruz, reviviremos el viaje del inocente Cordero inmolado por nuestra salvación”.

Jesús toma sobre sí las heridas de la humanidad

El Papa subraya que vivir el Viernes Santo tiene unas implicaciones precisas: “Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los rechazados de este mundo; nos acordaremos de los "corderos inmolados", de las víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de la violencia cotidiana, de los abortos... Ante la imagen del Dios crucificado llevaremos, en la oración, a los muchos, demasiados crucificados de hoy, que sólo pueden recibir de Él el consuelo y el sentido de su sufrimiento”.

El Obispo de Roma muestra a dónde encontramos a Jesús crucificado hoy, en qué condiciones. “Hagamos una recopilación de todas las guerras que hay ahora mismo, de todos los niños que mueren de hambre, de los niños que no tienen educación, de pueblos enteros destruidos por las guerras, por el terrorismo. De las muchísimas personas que, para sentirse un poco mejor, necesitan drogas, la industria de la droga que mata... ¡Es una calamidad, es un desierto! Hay pequeñas islas (...) del pueblo de Dios, ya sea cristiano o de cualquier otra fe, que guardan en su corazón el deseo de ser mejores. Pero reconozcámoslo: en este calvario de la muerte, es Jesús quien sufre en sus discípulos”.

Francisco a sacerdotes mexicanos: “deben aprender a quitarse las sandalias"

Francisco puntualiza: “Desde que Jesús tomó sobre sí las heridas de la humanidad y de la misma muerte, el amor de Dios ha regado estos desiertos nuestros, ha iluminado estas tinieblas nuestras. Durante su ministerio, el Hijo de Dios había derramado la vida a manos llenas, curando, perdonando, resucitando... Ahora, en la hora del Sacrificio supremo en la Cruz, lleva a término la obra que le ha confiado el Padre…”

Sábado Santo

Francisco define el Sábado Santo como “el día del silencio, vivido con llanto y desconcierto por los primeros discípulos, conmocionados por la ignominiosa muerte de Jesús. Mientras la Palabra calla, mientras la Vida está en el sepulcro, los que habían esperado en Él son puestos a prueba, se sienten huérfanos, quizás incluso huérfanos de Dios. Este sábado es también el día de María: ella también lo vive con lágrimas, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor”.

El papa subraya que ante la crisis y la desolación no conviene hacer cambios: “cuando todo parecía haber terminado, ella mantuvo la vigilancia, mantuvo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los muertos. Así, en la hora más oscura del mundo, se convirtió en Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de esperanza”.

“Los ritos de la Vigilia Pascual y el canto festivo del Aleluya” se abrirán paso con la alegría y con la luz, en medio de la oscuridad del Sábado Santo. “El Resucitado nos da la certeza de que el bien siempre triunfa sobre el mal, que la vida siempre vence a la muerte y que nuestro fin no es descender cada vez más bajo, de tristeza en tristeza, sino elevarnos a las alturas”, afirma el Papa.

El Papa pone en evidencia que “Los discípulos dudaron, no creyeron. La primera en creer y ver fue María Magdalena, ella era la apóstol de la resurrección que fue y les dijo que Jesús lo había visto, que [Él] la había llamado por su nombre. Y entonces, todos los discípulos lo vieron”.

Fingieron no haberlo visto

Francisco se detiene en otro elemento de la escena bíblica:

“los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que los discípulos vinieran a tomar el cuerpo, lo vieron: lo vieron vivo y resucitado. Los enemigos lo vieron. Y luego fingieron no haberlo visto. ¿Por qué? Porque se les pagó. Aquí está el misterio, aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: "Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está en contra de Dios". Y aquí es el dinero el que ha hecho cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero se les pagó para que guardaran silencio. Pensamos en las muchas veces que se ha pagado a los hombres y mujeres cristianos para que no reconozcan en la práctica la resurrección de Cristo, y no hagan lo que Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos”.

El Papa finalizó su alocución, saludando a los fieles de lengua española: “Queridos hermanos y hermanas, también este año viviremos las celebraciones de la Pascua en el contexto de la pandemia. En tantas situaciones de sufrimiento, sobre todo cuando las padecen personas, familias y pueblos ya probados por la pobreza, la calamidad o el conflicto, la Cruz de Cristo es como un faro que señala el puerto para las naves que siguen a flote en un mar tormentoso. Es el signo de la esperanza que no defrauda; y nos dice que ni siquiera una lágrima, ni siquiera un gemido se pierde en el plan de salvación de Dios”.

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Ciudad del Vaticano. - En su catequesis de la audiencia general Francisco se refirió al Espíritu, "primer don de toda existencia cristiana". Y recordó que todos son iguales “por dignidad, pero también únicos en la belleza que el Espíritu ha querido que se liberase en cada uno de los que la misericordia de Dios ha hecho sus hijos ". Además el Papa hizo dos llamamientos, uno por Paraguay y el otro por Myanmar

Al reanudar su catequesis sobre la oración, también en esta ocasión desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco reflexionó acerca de la oración y la Trinidad. A modo de introducción se leyó un pasaje de Juan (14,15-17.25-26) sobre la promesa del Espíritu Santo:

“Si me aman, guarden mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque mora con ustedes, y estará en ustedes. Les he dicho estas cosas estando con ustedes. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho”.

La oración como relación con la Santísima Trinidad

Tal como explicó el Papa, en esta catequesis deseaba continuar reflexionando sobre la oración “como relación con la Santísima Trinidad”, y en particular con el Espíritu Santo. Del Espíritu Santo el Pontífice dijo que “es el don fundamental de la vida cristiana”. Y añadió que “si podemos invocar a Dios llamándolo ‘Abbá – Papá’ es porque el Espíritu Santo habita en nosotros”.

“Sin Él no es posible relacionarnos con Cristo y con el Padre”

El Santo Padre también explicó que así como Abrahán, “que dando hospitalidad a tres viajeros, encontró a Dios, Trinidad de amor, también nosotros estamos llamados a abrirnos a su presencia y a acogerlo en nuestra vida”.

    “El Espíritu Santo nos transforma y nos hace experimentar la alegría de sabernos amados y habitados por Dios. Es la experiencia que vivieron los discípulos de Jesús, y que nos relata el Evangelio. Y es también la experiencia que vivieron tantos orantes, hombres y mujeres que el Espíritu Santo formó a la medida del Corazón de Cristo”

Los orantes no son sólo los monjes o los eremitas

Además, el Pontífice invitó a no pensar “que los orantes son sólo los monjes o los eremitas”. Y destacó: “Cuántas personas comunes han encontrado a Dios en el Evangelio, en la Eucaristía y en los hermanos, y cada día dan testimonio humilde de misericordia, de servicio y de oración”. Y concluyó diciendo:

    “Nuestra misión como cristianos es mantener vivo el fuego que Jesús trajo a la tierra, es decir, el amor de Dios. Sin este fuego del Espíritu la tristeza reemplaza a la alegría, el servicio se convierte en esclavitud y la rutina sustituye al amor”

Al saludar cordialmente a los fieles de lengua española, el Papa Francisco, antes de bendecirlos, les dejó una invitación:

   “Pidamos al Señor que inflame con el fuego del Espíritu Santo nuestros corazones. Que nuestra vida sea como la lámpara encendida junto al sagrario, que se consuma en la alabanza a Dios y el servicio a los hermanos, siendo testigos alegres de su presencia en medio del mundo”

Año de la Familia Amoris Laetitia

A los fieles polacos el Santo Padre les recordó que con el llamamiento mariano especial de mañana, y con la Eucaristía celebrada en Jasna Gòra en la solemnidad de San José, comenzarán las celebraciones del Año de la Familia Amoris Laetitia. Y formuló su deseo de que María, “Reina de Polonia, obtenga para las familias la visión evangélica del matrimonio, en la comprensión mutua y en el respeto por la vida humana”. Mientras al bendecir de corazón a todos ellos su intención fue de modo especial a cuantos participarán en las iniciativas emprendidas con motivo de las celebraciones del mencionado Año.

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Hoy se celebra la XIV Jornada Mundial de las Enfermedades Raras. El Papa Francisco, en sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, animó a los miembros de algunas asociaciones implicadas en este campo que han venido a la plaza. Y pidió su cercanía a los niños enfermos, necesitan “la caricia del amor de Dios, la ternura”.

Ciudad del Vaticano. - En la celebración hoy de la XIV Jornada Mundial de las Enfermedades Raras el Papa Francisco, animó a los miembros de algunas asociaciones implicadas en este campo que han venido a la plaza. Recordó la importancia de la “red de solidaridad entre los familiares y las asociaciones, en el caso de las enfermedades raras, les ayuda, dijo a no sentirse solos y a intercambiar experiencias y consejos.

El Pontífice, en sus saludos al final del rezo mariano, fomentó las iniciativas que apoyan la investigación y el tratamiento y expresó su cercanía a los pacientes, a las familias y especialmente a los niños. En sus saludos se detuvo un momento más para concienciar y recordar que hay que estar cerca, y rezar por los “niños enfermos, los niños que sufren”, necesitan dijo, “la caricia del amor de Dios, la ternura.

“Cuidar a los niños con la oración, también, cuando hay estas enfermedades que no sabemos qué son o hay un pronóstico bastante malo. Recemos por todas las personas que tienen estas enfermedades raras, especialmente recemos por los niños que las sufren”.

Mensaje del Cardenal Turkson

En su Mensaje, en esta celebración, el Cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, recordó que hay más de 6.000 enfermedades, que están clasificadas como raras, de las cuales el 72% son de origen genético y el 70% comienzan en la infancia.

En el día en que se celebra la XIV Jornada Mundial de las Enfermedades Raras. El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Turkson, en su mensaje recuerda que “las personas que viven con una enfermedad rara se encuentran entre los grupos más vulnerables de la sociedad. La mayoría de estas enfermedades no tienen cura y suelen ser crónicas, progresivas, degenerativas e incapacitantes; son heterogéneas, se dan predominantemente en niños y requieren tratamientos costosos”.

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El Papa Francisco dedicó esta mañana la catequesis al tema de: “La Oración con las sagradas Escrituras”. Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa dijo que la “Palabra de Dios se hace carne en aquellos que la acogen en la oración. En sus saludos aconsejó escoger cada mañana una frase de la Biblia como compañero de la jornada. Esto dijo, “nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y vivirla.

Ciudad del Vaticano. - “A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza y serenidad, y también cuando nos pone en crisis nos da paz, en los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno. Así la Palabra de Dios se hace carne en aquellos que la acogen en la oración”. Con estas palabras el Papa Francisco dedicó la catequesis de este miércoles con el tema la Oración con las Sagradas Escrituras.

El Pontífice recordó que las palabras de la Sagrada Escritura no fueron escritas para quedar aprisionadas en el papel, sino para ser acogidas y germinar en nuestros corazones:

“Del corazón abierto a Dios, de nuestra oración, depende la posibilidad de que un texto bíblico se convierta para nosotros en Palabra viva de Dios. Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando se acoge con el corazón abierto, no deja las cosas como estaban antes. Inspira las buenas intenciones y apoya la acción, dándonos fuerza y serenidad; e, incluso cuando nos pone en crisis, nos da paz”

¿Pero cómo hacerlo?

El Papa nos pregunta cómo hacerlo: “el método de la lectio divina es conocido. En primer lugar, se lee el texto bíblico con atención -yo diría que con "obediencia al texto"- para entender lo que significa en sí mismo. Luego lo meditamos entrando en diálogo con él: permaneciendo adherido al texto, comienzo a preguntarme qué me dice. Este es un pasaje delicado: es necesario no dejarse llevar por interpretaciones subjetivas, sino insertarse en el redil vivo de la Tradición que nos une a cada uno de nosotros con la Sagrada Escritura”.

La contemplación

Y el último paso dijo el Papa es la contemplación: “aquí las palabras y los pensamientos dan paso al amor, como entre los amantes que a veces sólo tienen que mirarse en silencio. Naturalmente, el texto bíblico continúa ahí, pero como un espejo, un icono a contemplar”. De este modo, afirmó, la Palabra de Dios se hace carne en las personas que la acogen en la oración. Se produce una nueva encarnación. “Y nosotros somos los "tabernáculos", donde las palabras de Dios quieren ser guardadas para visitar el mundo”.

“Cada día Dios pasa y siembra una semilla. No sabemos si hoy encontrará tierra seca, zarzas o buena tierra para crecer. Depende de nosotros. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras apoyo para su propia visión filosófica o moral. Sabe que fueron escritas en el Espíritu Santo, y que es en este Espíritu donde deben ser recibidas y comprendidas”.

La Biblia escrita para cada uno de nosotros

Además, Francisco recordó que la Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para nosotros, hombres y mujeres de carne y hueso. Y agregó diciendo que la tradición cristiana es rica en experiencias y reflexiones sobre la oración con la Sagrada Escritura.

Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable”. La vida cristiana es obra, al mismo tiempo, de obediencia y de creatividad, señaló, “un buen cristiano debe ser obediente, porque escucha la Palabra de Dios; creativo, porque tiene al Espíritu Santo dentro de él instándole a hacerlo, a llevarlo a cabo”.

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Ciudad del Vaticano. - El Papa Francisco rezó la oración mariana del ángelus con los fieles presentes en la Plaza de San Pedro en este primer domingo de Adviento. “El Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presenta en la historia…”, afirmó.

Mientras el otoño llega a su fin y el frío se instala, en la ciudad de Roma, este primer domingo de Adviento, el Papa Francisco rezó junto con los fieles presentes en la Plaza de San pedro la oración del Ángelus. Durante la catequesis puso en evidencia que este día comienza el nuevo año litúrgico, tiempo durante el cual la Iglesia, con la celebración de los principales acontecimientos de la vida de Jesús y de la historia de la salvación, “ilumina el camino de nuestra existencia, nos sostiene en las ocupaciones cotidianas y nos orienta hacia el encuentro final con Cristo. La liturgia de hoy nos invita a vivir el primer “tiempo fuerte” del año litúrgico, el Adviento, que prepara a la Navidad, como tiempo de espera y de esperanza”.

Esperar para encontrarnos con la persona de Jesús

Francisco, citando (1 Cor 1,3-9) afirma que Pablo “indica el objeto de la espera en la «Revelación de nuestro Señor”. De esta manera, “el Apóstol invita a los cristianos de Corinto, y también a nosotros, a concentrar la atención en el encuentro con la persona de Jesús, que vendrá al final del mundo y que viene cada día, para que, con su gracia, podamos cumplir el bien en nuestra vida y en la de los otros”.

El Papa insistió en que nuestro Dios no decepciona nuestra espera. “Ha venido en un preciso momento histórico y se ha hecho hombre para tomar sobre sí nuestros pecados; vendrá al final de los tiempos como juez universal; viene cada día a visitar a su pueblo, a visitar a cada hombre y mujer que lo acoge en la Palabra, en los Sacramentos, en los hermanos y en las hermanas”.

Seguidamente, Francisco puntualizó: "Jesús nos dice la Biblia, está en la puerta y llama. Todos los días. Está en la puerta de nuestros corazones. Él llama a la puerta. ¿Puedes oír al Señor llamando? ¿Quién vino hoy a visitarte, que golpea tu corazón con una inquietud, con una idea, con una inspiración? Ha venido a Belén, vendrá en el fin del mundo. Pero cada día viene a nosotros. Ten cuidado, mira lo que sientes en tu corazón cuando el Señor llama".
 
En los momentos oscuros de la existencia, confiar en el Señor

Francisco conoce las dificultades que pasa el mundo actualmente, conoce la desesperanza que invade a muchos y afirma: “La espera confiada del Señor hace encontrar consuelo y valentía en los momentos oscuros de la existencia. ¿Y de dónde nace esta valentía y esta apuesta confiada? Nace de la esperanza”.

Adviento, llamada incesante a la esperanza

El Papa subraya lo importante que es para los cristianos estar conscientes de que “Dios está presente en la historia de la humanidad, es el «Dios con nosotros», camina a nuestro lado para sostenernos. El Señor no nos abandona nunca; nos acompaña en nuestros eventos existenciales para ayudarnos a descubrir el sentido del camino, el significado del cotidiano, para infundirnos valentía en las pruebas y en el dolor”. Y a continuación añadió: "En el libro del Deuteronomio hay un pasaje muy hermoso, que el profeta dice al pueblo: "Piensa que el pueblo tiene a sus vecinos con ellos como tú tienes conmigo? Nadie, sólo nosotros tenemos la gracia de tener a Dios cerca de nosotros... ".

Por eso, añade el Papa, “En medio de las tempestades de la vida, Dios siempre nos tiende la mano y nos libra de las amenazas. A continuación concluyó: "María Santísima, mujer de la espera, acompaña nuestros pasos en este nuevo año litúrgico que comenzamos y nos ayuda a cumplir la tarea de los discípulos de Jesús, indicada por el apóstol Pedro, y ¿cuál es esta tarea?: dar razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 P 3, 15)".

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Estar vigilantes para permanecer en el camino de Jesús: Papa Francisco



Ciudad del Vaticano. - El Papa Francisco, este 28 de noviembre, presidió a las 4 de la tarde, en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el Consistorio público ordinario para la creación de Trece nuevos cardenales. Dos de Asia, no pudieron llegar a Roma. Un centenar de fieles estará presente en la ceremonia.

El Papa Francisco presidió el séptimo Consistorio de su pontificado, en la víspera del primer domingo de Adviento. 13 nuevos Cardenales han sido creados.

El Papa Francisco dirigiéndose a todos los fieles, y principalmente a los Cardenales, centró su homilía en el tema del camino, y refiriéndose al texto del evangelista Marcos 10, 32-45 afirmó que el camino “es el lugar donde se desarrolla siempre la trayectoria de la Iglesia: el camino de la vida, de la historia, que es historia de salvación en la medida en que se hace con Cristo, orientado a su Misterio pascual. Jerusalén siempre está ante nosotros. La cruz y la resurrección pertenecen a nuestra historia, son nuestro presente, pero también son la meta de nuestro camino”.

El Papa recordó que este relato evangélico ha estado presente con frecuencia en los consistorios y subrayó: “No es sólo un “trasfondo”, sino la “hoja de ruta” para nosotros que estamos hoy en camino con Jesús, que va delante de nosotros. Él es la fuerza y el sentido de nuestra vida y de nuestro ministerio”.

Confrontarse con la Palabra

Francisco evidencia que en el relato de Marcos los discípulos “estaban asombrados (…) tenían miedo” y añade: “El Señor conoce el estado de ánimo de los que lo siguen, y esto no lo deja indiferente. Jesús no abandona jamás a sus amigos; no los olvida nunca”.

El Papa añadió: “Sabiendo que el corazón de los discípulos estaba turbado, Jesús llamó aparte a los Doce y, «otra vez», les dijo «lo que le iba a suceder». Lo hemos escuchado, dijo el pontífice: “es el tercer anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Este es el camino del Hijo de Dios. El camino del Siervo del Señor. Jesús se identifica con este camino, hasta el punto de que Él mismo es este camino. «Yo soy el camino» (Jn 14,6). Este camino, no hay otro”.

Este es otro camino

Justo después de este momento, dice Francisco, “sucedió un ‘golpe de efecto’” que permite a Jesús revelarles a todos los apóstoles “el destino que les esperaba”. Santiago y Juan se acercan a Jesús y le expresan su deseo: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» (v. 37).

Francisco añadió: “Este es otro camino. No es el camino de Jesús, es otro. Es el camino de quien, quizás, sin ni siquiera darse cuenta, “usa” al Señor para promoverse a sí mismo; de quien —como dice san Pablo— busca su propio interés, no el de Cristo (cf. Flp 2,21)”. L Papa pone en evidencia que esta situación no era exclusiva de los hijos de Zebedeo, sino “que todos estaban tentados de salirse del camino”.

Estar vigilantes para permanecer en el camino de Jesús

El Obispo de Roma subrayó dos movimientos que muchas veces suceden en quienes desean seguir a Jesús: “Porque con los pies, con el cuerpo podemos estar con Él, pero nuestro corazón puede estar lejos y llevarnos fuera del camino. Así, por ejemplo, pensemos en tantos tipos de corrupciones en la vida sacerdotal. el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una distinción eminente, y ya no serás más el pastor cercano a la gente. Sentirás que eres sólo la eminencia. Cuando sientas eso, estarás fuera del camino".

El texto de Marcos, afirma el Papa, muestra “dos recorridos opuestos. Sólo el Señor, en realidad, puede salvar a sus amigos desorientados y con el riesgo de perderse; sólo su cruz y su resurrección. Por ellos y por todos, Él subió a Jerusalén. Por ellos y por todos, entregó su cuerpo y derramó su sangre. Por ellos y por todos, resucitó de entre los muertos, y con el don del Espíritu los perdonó y los transformó. Finalmente, los orientó para que lo siguieran en su camino”.

El Papa concluyó la homilía afirmando: “También nosotros, Papa y cardenales, tenemos que reflejarnos siempre en esta Palabra de verdad. Es una espada afilada, nos corta, es dolorosa, pero al mismo tiempo nos cura, nos libera, nos convierte. Conversión es justamente esto: desde fuera del camino, volver al camino de Dios”.

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Ciudad del Vaticano. - En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco, tras recordar la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, que cierra el año litúrgico, recordó la gran parábola en la que se despliega el misterio de Cristo, Alfa y el Omega, el comienzo y el cumplimiento de la historia, dijo el Papa, y la liturgia de hoy se centra en el "omega", es decir, en el destino final. En sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa envió un "pensamiento especial a la gente de Campania y Basilicata" que hace cuarenta años sufrieron el desastroso terremoto que tuvo su epicentro en Irpinia. También saludó a esas familias que se han visto afectadas por la crisis sanitaria.

“El sentido de la historia se comprende teniendo ante nuestros ojos su culminación: el final es también el fin. Y esto es precisamente lo que hace Mateo, en el Evangelio de este domingo, colocando el discurso de Jesús sobre el juicio universal en el epílogo de su vida terrenal: Él, a quien los hombres están a punto de condenar, es en realidad el juez supremo. En su muerte y resurrección, Jesús se mostrará como el Señor de la historia, el Rey del universo, el Juez de todo. Pero la paradoja cristiana es que el Juez no reviste una realeza temible, sino que es un pastor lleno de mansedumbre y misericordia”.

En la parábola del juicio final,  dijo el Papa en su alocución previa al rezo mariano, Jesús utiliza la imagen del pastor, recordando las profecías de Ezequiel, que hablaba de la intervención de Dios en favor del pueblo, contra los malos pastores de Israel.

Yo soy el Buen Pastor

“Aquellos habían sido crueles y explotadores, prefiriendo alimentarse ellos mismos en lugar del rebaño; por lo tanto, Dios mismo promete cuidar personalmente de su rebaño, defendiéndolo de las injusticias y los abusos. Esta promesa de Dios para su pueblo se cumplió plenamente en Jesucristo, que dice de sí mismo: "Yo soy el buen pastor". En la página evangélica de hoy, Jesús se identifica no sólo con el rey pastor, sino también con las ovejas perdidas, es decir, con los hermanos más pequeños y necesitados”.

El criterio del juicio como lo indicó Jesús, se efectuará sobre la base del amor concreto dado o negado a los más pequeños, los más necesitados, porque él mismo, el juez, está presente en cada una de ellas. Jesús dice: "En verdad os digo que cuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis (o no lo hicisteis)". (vv. 40.45). Seremos juzgados por el amor. No por el sentimiento, no: por las obras, por la compasión que se hace cercanía y ayuda solícita.

El Señor en el fin del mundo pasará revista a su rebaño

El Señor, pues, en el fin del mundo, pasará revista a su rebaño, y lo hará no sólo del lado del pastor, sino también del lado de las ovejas, con las que se ha identificado. Y preguntará: "¿Has sido un poco pastor, como yo?" Esta es la pregunta que el Evangelio ya pone en nuestros corazones hoy, como criterio de juicio. "Esa vez que tuve problemas, ¿fuiste capaz de perder algo de tiempo para cuidarme? ¿Conseguiste, con mi gracia, salir un poco de ti mismo para darte cuenta de mí, que estaba necesitado? ¿Se enterneció tu corazón ante mis heridas, ante mi soledad, ante mi desconsuelo?" Así nos pasará revista el Rey del universo que para salvarnos se hizo cordero .

Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a reinar en el servir. Nuestra Señora, asunta al Cielo, recibió la corona real de su Hijo, porque lo siguió fielmente en el camino del Amor. Aprendamos de ella a entrar desde ahora en el Reino de Dios, por la puerta del servicio humilde y generoso.

Un pensamiento por las regiones italianas de Campania y Basilicata

En sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa envió un "pensamiento especial a la gente de Campania y Basilicata" que hace cuarenta años sufrieron el desastroso terremoto que tuvo su epicentro en Irpinia y sembró muerte y destrucción.  Ese dramático acontecimiento, dijo el Papa,cuyas heridas aún no han cicatrizado del todo, ha puesto de relieve la generosidad y la solidaridad de los italianos.

"Esto se atestigua por los numerosos hermanamientos entre las regiones afectadas por el terremoto y las del Norte y el Centro, cuyos vínculos todavía existen. Estas iniciativas han favorecido el arduo camino de la reconstrucción y, sobre todo, la fraternidad entre las diferentes comunidades de la Península".

Un pensamiento a familias víctimas por el coronavirus

El Papa tuvo palabras de aprecio por los fieles romanos y peregrinos, que a pesar de las dificultades actuales y respetando siempre las reglas, se dan cita en la Plaza de San Pedro. El Pontífice saludo en especial a las familias que se han visto afectadas por la crisis sanitaria.

"Un saludo especial a las familias que más están luchando en este momento. Pienso en muchas familias que están en dificultades en este momento porque no tienen trabajo, han perdido sus empleos, tienen uno o dos hijos... Y a veces, con un poco de vergüenza, no dejan que esto se sepa".

Pero somos cada uno de nosotros señaló Francisco, los que vamos a buscar allí donde hay necesidad. Donde está Jesús, donde Jesús está necesitado.

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En la audiencia general del último miércoles de octubre, continuando con su ciclo de catequesis sobre la oración, el Santo Padre reflexionó sobre el bautismo de Jesús y su primera oración terrenal, recordando que como ese día a orillas del Jordán, “cuando nosotros rezamos Él está rezando con nosotros ”.

Ciudad del Vaticano. - La oración de Jesús a orillas del Jordán es la oración de todos los bautizados en Cristo: lo recordó el Papa Francisco esta mañana, en la tradicional audiencia general del miércoles celebrada en el Aula Pablo VI. Continuando con su ciclo de catequesis dedicado a la oración, tras haber recorrido el Antiguo Testamento, el Pontífice se detuvo en la figura de Jesús y el comienzo de su misión publica, que tuvo lugar con su bautismo en el río Jordán, donde el pueblo reunido en espíritu de oración recibía de Juan el bautismo de penitencia.

El primer acto público de Jesús es por tanto la participación en una oración coral del pueblo, una oración penitencial, donde todos se reconocían pecadores

Hablando a los fieles, romanos y peregrinos presentes en el Aula Nervi, el Papa evidenció que aunque Jesús no lo necesitaba, quiso ser bautizado en obediencia a la voluntad del Padre y en solidaridad con nuestra condición humana. Él reza con los pecadores del pueblo de Dios.

“Jesús es el justo, no es el pecador. Pero Él quiso descender hasta nosotros pecadores, y Él reza con nosotros, y cuando nosotros rezamos Él está con nosotros rezando. Él está con nosotros porque está en el cielo rezando por nosotros. Siempre. Jesús siempre reza con su pueblo, siempre reza con nosotros. Nunca rezamos solos, siempre rezamos con Jesús. No se queda en la orilla opuesta del río, - “yo soy justo, ustedes son pecadores” - para marcar su diversidad y distancia del pueblo desobediente, sino que sumerge sus pies en las mismas aguas de purificación.”

“Y ésta – precisó el Papa – es la grandeza de Dios que envió a su Hijo y se anuló a sí mismo y apareció como un pecador”.

Jesús no es un Dios lejano

De esta manera, Jesús se muestra cercano al pueblo pecador y desobediente, le abre camino y lo invita a seguirlo:

“Jesús no es un Dios lejano, y no puede serlo. La encarnación lo reveló de una manera completa y humanamente impensable. Así, inaugurando su misión, Jesús se pone a la cabeza de un pueblo de penitentes, como encargándose de abrir una brecha a través de la cual todos nosotros, después de Él, debemos tener la valentía de pasar.”

El Santo Padre subraya que ese día, a orillas del río Jordán, estaba “toda la humanidad, con sus anhelos inexpresados de oración”, sobre todo el pueblo de los pecadores:

Esos que pensaban que no podían ser amados por Dios, los que no osaban ir más allá del umbral del templo, los que no rezaban porque no se sentían dignos. Jesús ha venido por todos, también por ellos, y empieza precisamente uniéndose a ellos.

Jesús reza con nosotros y abre la puerta de los cielos

El Papa Francisco recuerda además "el clima de oración en el que tuvo lugar el bautismo de Jesús”, durante el cual el evangelista Lucas relata que, mientras Jesús rezaba “se abrió el cielo”. "Rezando, Jesús abre la puerta de los cielos, y de esa brecha desciende el Espíritu Santo. Y desde lo alto una voz proclama la verdad maravillosa: «Tú eres mi Hijo; yo hoy te he engendrado»".

“Esta sencilla frase encierra un inmenso tesoro: nos hace intuir algo del misterio de Jesús y de su corazón siempre dirigido al Padre. En el torbellino de la vida y el mundo que llegará a condenarlo, incluso en las experiencias más duras y tristes que tendrá que soportar, incluso cuando experimenta que no tiene dónde recostar la cabeza, también cuando el odio y la persecución se desatan a su alrededor, Jesús no se queda nunca sin el refugio de un hogar: habita eternamente en el Padre.”

La oración de todos los bautizados

"En la oración de Jesús – explica el Papa –  el Espíritu Santo toma posesión de su persona y la voz del Padre atestigua que Él es el amado, el Hijo en el que Él se refleja plenamente.  Una oración que es totalmente personal y así será durante toda su vida terrena” y “en Pentecostés se convertirá por gracia en la oración de todos los bautizados en Cristo. Él mismo obtuvo este don para nosotros, y nos invita a rezar como Él rezaba”.

“Por esto, si en una noche de oración nos sentimos débiles y vacíos, si nos parece que la vida haya sido completamente inútil, en ese instante debemos suplicar que la oración de Jesús se haga nuestra. Escucharemos entonces una voz del cielo, más fuerte que la que sube de los bajos fondos de nosotros mismos, susurrando palabras de ternura: ‘Tú eres el amado de Dios, tú eres hijo, tú eres la alegría del Padre de los cielos’”

El don de Jesús: su oración, diálogo de amor con el Padre

Finalmente, el Santo Padre recuerda que es “por cada uno de nosotros que se hace eco la palabra del Padre: aunque fuéramos rechazados por todos, pecadores de la peor especie. Jesús no bajó a las aguas del Jordán por sí mismo, sino por todos nosotros. Ha abierto los cielos, como Moisés había abierto las aguas del mar Rojo, para que todos pudiéramos pasar detrás de Él. Jesús nos ha regalado su propia oración, que es su diálogo de amor con el Padre. Nos lo dio como semilla de la Trinidad, que quiere echar raíces en nuestro corazón. ¡Acojámoslo! Acojamos este don, el don de la oración. Siempre con Él.

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