Miércoles, 22 Febrero 2017 16:47

Vivimos En Una Época Peligrosa

Artículo | Algo Más Que Palabras

    Teniendo en cuenta que la vida es un itinerario de búsquedas, nuestra propia historia humana está crecida de movimientos, con lo que esto conlleva de cruces con aquello diferente y de nacimiento de nuevas civilizaciones. En su esencia, todos buscamos un celeste más claro, un camino más llevadero, un destino más armónico, un rumbo más estable. Desgraciadamente, cada día son más las incertidumbres y los conflictos, los desastres naturales y las persecuciones, lo que hace que los movimientos migratorios nos desborden como jamás. De ahí, lo importante que es amparar, preservar, promover e integrar a tanto indefenso huido.

    A poco que buceemos por nuestra propia realidad vivencial, hallaremos multitud de familias malviviendo en el dolor, con miedo de que se destruyan sus hogares en cualquier momento. Es una lástima que no se respete nada, ni las oportunas leyes internacionales, imponiéndose desalojos y cargando toda la furia contra personas débiles. En cualquier rincón del planeta observamos un recrudecimiento existencial que verdaderamente nos deja sin palabras, a pesar de tantos acuerdos de paz y de tantas reuniones que, por cierto, tampoco suelen pasar de los buenos propósitos, para desdicha de todo el linaje humano.

    Hoy sabemos que la diversidad es fuente de creatividad e innovación, pero también hemos de considerar que ese carácter multicultural, multiétnico y multirreligioso, requiere para su cohesión de una fuerte dosis de hospitalidad, o si quieren de calor humano comprensivo. Sólo hay que mirar a Europa y ver como se acrecienta la xenofobia, el extremismo violento, el nacionalismo, el populismo, a falta de ese entendimiento que fortalezca la concordia. Mal que nos pese hay un marcado rechazo vinculante de unos contra otros, en parte por nuestro innato egoísmo. Sería bueno proponernos cambiar de actitudes, reeducarnos bajo otros horizontes.

    A menudo somos atrapados por la indiferencia, por las garras de las organizaciones criminales, que nos dejan hasta sin aire, porque faltan canales de acceso humanitario y seguro. Precisamente, esta inseguridad reinante en el mundo es deshumanizadora a más no poder. Son muchos los que se aprovechan de las desgracias ajenas, sin clemencia alguna, para levantar su privativo señorío de mando, irrespetuoso con todos. Olvidan que la defensa de los derechos inalienables, garantías de las libertades fundamentales y el respeto de su dignidad son derechos de los que nadie puede estar exento.

    Está visto que tan importante como conocerse es reconocerse en el otro para poder conciliar modos y maneras de vivir, máxime en un momento en el que todos precisamos abrirnos a esa reconciliación innata y necesaria para poder hermanarnos como especie. La situación no es fácil. Vivimos en una época peligrosa. La gradual presión sobre los recursos naturales, el incremento de la desigualdad social y el cambio climático ponen en riesgo la futura capacidad, ya no sólo de subsistir, también de unirse como una piña. Nadie puede sentirse tranquilo y aliviado ante el persistente clima de injusticias que nos dispersan. Tenemos que ser más responsables, más humanos en definitiva. Desde luego, esto es un deber natural de la civilización. Nuestras identidades han de ser respetadas, pero también nosotros hemos de considerar la presencia de la otra persona en relación a la nuestra.

    En consecuencia, según mi manera de ver, es un deber de solidaridad que frente a la bochornosa atmósfera de tragedias, casi siempre activadas por el propio ser humano, no tengamos compasión y mostremos una frialdad hacia nuestro análogo verdaderamente preocupante. Es hora del apretón de manos, no del puño cerrado, del corazón latiendo para mejorar las actitudes, sobre todo en el sentido del encuentro, de crearse uno mismo para los demás, con la mano tendida siempre.  Ya está bien de destruirlo todo, de destruirnos. Deberíamos arrodillarnos y pensar que nada somos y podemos serlo todo, si en verdad nos desprendemos de cualquier dominio, dominándonos a sí mismo para hallar una respuesta a lo qué somos y por qué vivimos. Quizás, únicamente desde la sencillez, entendamos lo que el ser humano es, puesto que tiene la capacidad de generar obras de amor; una belleza que evoca la bondad y la virtud que nos sustenta.   


Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Domingo, 20 Noviembre 2016 15:08

El ocaso de una época; el nacimiento de otra

Artículo | Algo Más Que Palabras

    De un tiempo a esta parte todo parece retrotraerse a épocas pasadas, a pesar de que nos hemos globalizado. La pérdida de valores, la desgana de algunos líderes o su mediocridad en la acción, la irresponsabilidad continua y permanente,  la demagogia como dominio, nos están dejando sin nervio para el quehacer cotidiano. Tanto es así que, hoy en día, los docentes se las ven y se las desean para encauzar el alumnado, en parte por la deplorable decadencia actual de la educación familiar. También asistimos a un adoctrinamiento de lo vulgar, a referentes vacíos y a referencias mundanas, que nos están llevando al caos. Es la dictadura de lo mediocre lo que campea a sus anchas, la falsedad como cebo de las discordias, el espíritu de la contrariedad como absurdo en este caminar sin rumbo.
   
    Verdaderamente necesitamos poner orden, impedir a un mandatario, por muy demócrata que se considere, activar locuras y contradicciones, que lo único que hacen es enfrentarnos más y crear un ambiente de perdición para toda la humanidad. En efecto, tenemos que volvernos a reorientar con situaciones positivas. El que no sabe lo que quiere no puede hacer nada y menos conseguir bienestar para sí y los suyos. El estado social y de derecho está muy bien, pero con eso solo no basta para salir del atolladero, se requiere voluntad de cambio, voluntad de rehacerse y renacerse, lo que llega a tocar el campo moral, o sea, a tener que desarrollar cada cual su proyecto personal, cuyo embalaje es sobre todo la ilusión de cada cual. Quizás, por ello, sea fundamental reeducarse en los deseos, de manera que nada se consigue de inmediato, y sí con mucho esfuerzo y tesón.

    Para desgracia de todos, la especie humana ha tendido a complicar sus pretensiones y a confundirlo todo. Nos hemos puesto a devorar cosas materiales, con la ansiedad que esto supone, dejando atrás valores tan básicos como el propio cultivo de cada uno, el saber vivir y poseer talento para convivir, olvidando que son los años, las vivencias las que nos hacen sabios y, por ende, las que nos despiertan al tener una mayor conciencia de nuestra ignorancia. Para muestra, ahí tenemos el avance de los populismos, creando alarmas muchas veces innecesarias, atesorando cimientos de odios, en lugar de generar lenguajes más auténticos que nos lleven a ser cada día mejores ciudadanos. Necesitamos saber entendernos. Ahí es donde tenemos que poner la luz.

    La política no puede ser el mayor de los negocios y mucho menos una profesión, es un servicio incondicional y, como tal, ha de tener fecha de caducidad. Al igual que aquello que hemos entendido, meditado, está dispuesto para tomar juicio, también los servidores públicos deberían generar soluciones durante su mandato, nunca problemas, sabiendo de que solos no iremos a ninguna parte. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, comúnmente abreviada como Brexit, o que el número de muertos en el Mediterráneo continúe batiendo un nuevo récord en este año 2016, es un claro testimonio de la decadencia de este linaje como humanidad, con lo que ese término conlleva de espíritu solidario. Estas realidades que nos llevan a la destrucción, deberían hacernos reflexionar a todos. Aprendiendo de los errores, con el temple necesario, debemos hacer frente a un porvenir con más raciocinio y coherencia.

    Lo que no podemos es quedar hundidos en el no hacer, en la indiferencia más absurda, pues ha llegado el momento del retorno a la escucha, a su perfecta armonía con la razón,  lo que exige una ética de responsabilidad en todas nuestras actuaciones. Por otra parte, una cultura encerrada en sí misma se vuelve estéril y apenas puede aportar nada. Allá, donde la sociedad se organiza reduciendo libertades, la desorganización también es brutal. Si en verdad queremos levantar el vuelo, convendría huir de las imposiciones.

    Por desdicha, la dictadura económica ha suplantado al mercado libre, hasta el punto que habría que comenzar por reinsertar el mundo financiero en el orden moral, con la subordinación plena de los intereses individuales y de grupo a los generales de la colectividad. Hemos de volver al mundo de las ideas, de aquellas que nacen libres y con sentido humano. Sería bueno, por consiguiente, aprovechar las extraordinarias oportunidades que la globalización y las tecnologías nos brindan, para acrecentar nuestra conciencia crítica. Recapacitar siempre es una manera de crecer. Como decía Unamuno: "hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento". Naturalmente que sí, máxime cuando este año la UNESCO celebra los aniversarios de dos eminentes filósofos: el griego Aristóteles y el alemán Leibniz, que contribuyeron al desarrollo de la metafísica y la ciencia, la lógica y la ética. Con varios siglos de diferencia y en contextos culturales muy distintos, ambos tuvieron en común el hecho de situar la filosofía en el corazón de la vida pública, como un elemento central de una vida digna y libre. Bravo por su entusiasmo, por admirar y hacernos asombrar ante aquello que es objetivamente grande.

    A mi juicio, creo que nos falta a veces el lenguaje del apasionamiento. En ocasiones mostramos una frialdad enorme, actuamos como si el tener y la comodidad fuesen lo más importante a cosechar en la vida, cuando lo único que necesitamos para ser realmente felices es algo por lo cual entusiasmarnos. Desde luego, una sociedad en ocaso no favorece ciertamente los heroísmos de la virtud, ni bondad alguna, puesto que premia la figura del cínico en lugar de desenmascararla como debiera ser. Ante este aluvión de desvergüenza que padecemos, naturalmente, hace falta poseer grandeza de ánimo para no caer en el resentimiento. Se requiere ya no solo cautelas, también una personalidad madura, con recursos suficientes para superar cualquier tropelía del pasado. ¿Quién no se ha visto maltratado por un desvergonzado sinvergüenza?. De ahí la necesidad de altura de miras, con los opuestos al rencor, que son la clemencia y la generosidad. Siempre va a ser saludable pasar página, no vivir en los recuerdos, y ver que la vida es de los que abrazan con coraje el camino de la coexistencia, con un amor verdadero capaz de alcanzar y restaurarlo todo.

    En este sentido, nos alegra que un líder mundial tan carismático como el Papa Francisco, con motivo de la eucaristía de la Santa Misa de Clausura del Jubileo de la Misericordia (20 de noviembre), haya pedido "la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del perdón, sino de saber ir más allá del mal y de las divergencias, abriendo cualquier posible vía de esperanza". Seguramente, la mejor expectativa es el sueño del hombre despierto; es decir, el ser esperanzado, luchador, que sabe caminar a pesar de las adversidades.  En suma, que si el mundo de los deseos es variado, asimismo el orbe de las culturas  es diverso y, en consecuencia, cada ser humano es distinto y exclusivo. El truco está en saber discernir, en saber colocar la inteligencia por encima de las ambiciones, pues no conviene afanarse en aumentar los bienes, sino en disminuir la codicia. De momento hay un ocaso, pero después vendrá un amanecer, o tal vez ya esté amaneciendo con la firma de la Proclamación de Marrakech, declaración de intenciones que refleja el compromiso mundial para frenar el calentamiento global. Lo más importante es que hemos sido capaces de legalizar un acuerdo y no debemos volver atrás. Sin duda, hay que entrar en acción siempre y cuanto antes hacia el desarrollo sostenible, o lo que es lo mismo, hacia un progreso más humano. Está visto que solo nos podemos salvar unos a otros ensamblados por las ideas, jamás enfrentados por las doctrinas.
   
 Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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Columna | Pulso P o l i t i c o

  Por lo que se está rumorando, el partido de Andrés Manuel López Obrador, no es diferente a los otros. Todos los partidos de este país, tienen problemas internos graves, que los debilitan y los convierten en inservibles.

  La política y los políticos en México, están desprestigiados ante la opinión pública, por las ambiciones desatadas de muchos de sus militantes, que provocan pleitos y divisiones internas que los llevan a la perdición.

  Morena se ha estado promoviendo mediáticamente, como “la esperanza para México” y muchos mexicanos, muchos poblanos así lo han creído. Las encuestas han sido claras al señalar el crecimiento de las preferencias ciudadanas por el partido que fundó y dirige nacionalmente, el tres veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.

  Pero cuando se acerca la elección nacional del 2018, en la que serán electos: presidente de la república, gobernadores de la mayor parte de los estados, congresos locales, diputados federales, senadores y ayuntamientos de todo el país, surgen las ambiciones personales de todos o de gran parte de los militantes de los partidos y se apuntan para una candidatura que pretenden ganar a como dé lugar.

  Morena ha entrado en esa mecánica: Ayer domingo, hubo en la ciudad de Puebla, concretamente en el salón “Campanario”, una asamblea de perredistas con la que dio principio la descomposición interna de ese partido. Un grupo pedía la salida de Morena de uno de los personajes más importantes de la nueva agrupación, acusándolo de tratar de imponer candidatos.

  Hay quienes piensan que la postura de un grupo azuzado por unos lidercillos de la vieja escuela izquierdista, constituye la quinta columna que enemigos políticos del Peje, introdujeron en las filas del morenismo poblano, para debilitarlo y desprestigiarlo.

  Puede ser, pero tampoco hay que descartar que sea un brote natural de rebelión, en un partido conformado por una corriente política que desde sus inicios en México, en los albores del siglo XX, tuvo la característica de estar dividida y confrontada en forma permanente: El surgimiento de Morena, se debió a una confrontación con el PRD. La mayor parte de quienes conforman el nuevo partido de izquierda, proceden precisamente del PRD, del que fue dirigente nacional y candidato a la presidencia, el fundador de Morena.

  Sería una lástima que Morena, que para muchos es realmente “la última esperanza para México”, se perdiera en su propio laberinto. Pero la división interna, la confrontación de grupos, parece ser “el destino manifiesto” de la izquierda mexicana.

  Los priistas por su parte, capitaneados estatalmente por el diputado federal del distrito de Izúcar de Matamoros. Jorge Estefan Chidiac, andan trabajando para allegarse militantes que crean en los principios y doctrinas del priismo y que estén dispuestos a trabajar en unidad para llevar al triunfo a sus candidatos.

  El pasado viernes, Charbel Chidiac y el dirigente municipal del partido tricolor en la capital poblana, José Chedraui, entregaron credenciales a hombres y mujeres que viven y trabajan en el municipio de Puebla y que acaban de afiliarse al priismo.

  Chidiac, los exhortó a trabajar con entusiasmo para lograr la unidad del priismo poblano y recobrar el poder estatal a fin de que, a partir del 2018, se puedan llevar a cabo programas para la solución de los problemas de quienes más lo necesitan. Hay necesidad de dotar de agua potable a pueblos y colonias de las ciudades; drenaje, escuelas dignas, campos deportivos, electricidad y alumbrado público, en fin muchas cosas que tal vez no sean de lucimiento político, dijo, pero son sumamente necesarias para mejorar la vida de los habitantes que menos tienen.

  El perredismo poblano, ha estado dividido siempre, por eso no resulta nada extraño, que ahora se esté tratando de derribar a la dirigente estatal, Socorro Quezada Tiempo.

  Durante la semana pasada, se dijo que sería enviado un delegado del comité nacional para sustituirla, pero ella aclaró el jueves, que el delegado vendrá para acompañarla en la dirigencia, es decir, que trabajarán los dos en unidad, uno en representación del comité nacional y ella como dirigente.

  El senador de la república Miguel Barbosa Huerta, poblano él, originario de Tehuacán y coordinador de la bancada perredista en el Senado, apoya totalmente (a menos que se hayan peleado en las últimas 24 horas) a doña Socorro Quezada. Quitarla de la dirigencia del PRD en el estado, constituiría una agresión clara y abierta de los llamados “Chuchos”, contra el senador Barbosa y “Los Chuchos”, serán muchas cosas, pero tontos, no son.

  Todos los dirigentes perredistas en la entidad poblana, han sufrido las agresiones de los grupos, corrientes o tribus, que los tumban y no los tumban. Es parte del folklor perredista poblano.    

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