- Estará abierta al público hasta el 16 de noviembre, en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria, 3 Oriente 1008, Barrio de Analco

La Rectora Lilia Cedillo Ramírez inauguró la exposición “Los relieves de Puebla. Topografías de la memoria”, integrada por 22 piezas, a través de la cual alumnos de la Facultad de Artes Plásticas y Audiovisuales (Arpa) de la BUAP reflexionan sobre la identidad poblana.

Con sede en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria, la Rectora de la BUAP destacó la sensibilidad y creatividad de los estudiantes, quienes hacen suyos los espacios universitarios para dar muestra de su talento, además de darles vida y convertirlos en un punto de encuentro y convivencia.

Por su parte, el director de Arpa, Víctor Alejandro Ruiz Ramírez, recordó que desde hace cuatro años se llevan a cabo de manera anual dichas exposiciones en los espacios universitarios, con la finalidad de dar a conocer parte del trabajo de la comunidad estudiantil y enriquecer la oferta cultural en la ciudad.

En representación de los estudiantes, Fátima Sampedro Martínez agradeció el apoyo de la administración central para impulsar proyectos culturales. “Esta exposición es consecuencia del trabajo y talento de nuestra comunidad, así como un reflejo de cómo abrir el diálogo y mostrar nuestro punto de vista sobre el significado de ser poblano”, comentó.

A dicha inauguración asistieron también la vicerrectora de Extensión y Difusión de la Cultura, Rosalinda Merino Calderón, y la directora de Museos Universitarios, María Elsa Hernández y Martínez.

“Los relieves de Puebla. Topografías de la memoria” estará abierta al público hasta el 16 de noviembre, en el Museo de la Memoria Histórica Universitaria, en la calle 3 Oriente 1008, Barrio de Analco. A lo largo de la exposición, los espectadores podrán observar obras referentes a la arquitectura, escenarios cotidianos, vivencias arraigadas, figuras simbólicas del estado, transiciones religiosas e, incluso, lazos afectivos.

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Miércoles, 08 Octubre 2025 17:59

BUAP recibe Jornadas Archivísticas de la RENAIES

- En su inauguración, la Rectora Lilia Cedillo resaltó la importancia de preservar la memoria histórica

Para consolidar una cultura archivística entre las instituciones de educación superior, la BUAP es sede de las XXIII Jornadas Archivísticas de la Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior (RENAIES), en las cuales investigadores, académicos y especialistas compartirán buenas prácticas en la conservación, organización y acceso a los archivos institucionales.

Al inaugurar este encuentro en el Edificio Carolino, la Rectora Lilia Cedillo Ramírez resaltó la importancia de capacitar al personal encargado de preservar nuestra memoria histórica, a la par de inculcar en los jóvenes el aprecio de lo construido por quienes nos antecedieron.

“La memoria histórica es el fruto de muchas generaciones que nos precedieron, la cual nos da identidad. De ahí la importancia de reflexionar en el tema y generar una comunidad encargada de la preservación de este gran tesoro”, expresó.

En su intervención, Alejandra Salazar Ruiz, presidenta de la Asociación Latinoamericana de Archivos y directora del Archivo Histórico Nacional de Ecuador, refirió que este encuentro será un espacio de aprendizaje, ya que se expondrán los avances y desafíos de esta profesión; por ejemplo, el uso de la inteligencia artificial y preservación digital, áreas de oportunidad que abrirán nuevos horizontes. Asimismo, argumentó que estas jornadas darán oportunidad de relacionarse con expertos de otras ramas para abordar problemas sociales desde esta área del conocimiento.

Luis Román Gutiérrez, presidente de la RENAIES, expuso que tras publicarse la Ley General de Archivos, en 2018, comenzó el rescate de los acervos y se crearon dependencias en la materia; sin embargo, no ha sido suficiente por una falta de cultura archivística, de capacitación y profesionalización, lo cual es reflejo de las pocas escuelas. “Son las universidades las que tienen en sus manos esta tarea: crear un programa en la materia para resolver tales problemas y así salvaguardar el patrimonio de la humanidad”.

Bajo el lema “Formar para conservar: La universidad como pilar de la archivística institucional”, las Jornadas Archivísticas de la RENAIES abordarán seis ejes temáticos: Formación y profesionalización en archivística: retos y oportunidades; Archivos sonoros, audiovisuales y multimedia: nuevas narrativas documentales; Catalogación y normas archivísticas: interoperabilidad y preservación documental; Tecnologías emergentes en la gestión archivística: IA y digitalización; El valor secundario de los documentos; y, Aplicación de normas ISO en archivos.

En este espacio de diálogo e intercambio de experiencias, del 8 al 10 de octubre, participan especialistas nacionales e internacionales, entre ellos Alejandra Salazar Ruiz, directora del Archivo Histórico Nacional de Ecuador y presidenta interina de la Asociación Latinoamericana de Archivos; Alfonso Díaz Rodríguez, del Servicio de Estrategia en Inteligencia Artificial del Gobierno de Asturias; y Mariana Nazar, vicepresidenta de la Sección de Derechos Humanos del Consejo Internacional de Archivos.

En la inauguración de este evento también participó Luis Antonio Lucio Venegas, encargado de Despacho de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura de la BUAP.

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Domingo, 11 Junio 2017 18:33

Nuestra continuidad histórica a examen

Articulo | Algo Más Que Palabras
  
    Hoy más que nunca es fundamental conocer el porqué de tanta intolerancia, de la migración, de la violencia, de la falta de humanidad entre nosotros, lo que requiere el análisis de esta situación de bochorno que padecemos. Detrás de cada cruz, levantada los unos contra los otros y los otros contra los unos, se hallan realidades con una historia distintiva, con un cultura y unos ideales. De ahí la importancia del encuentro como miembros de una familia, que debe aprender a ayudarse desde la concordia y no desde el interés. Por supuesto, es indispensable el diálogo. El endiosamiento de algunos no cierra cicatrices, al contrario fomenta la barbarie y el descontento. La mano tendida es vital para poder hermanarnos con los que han sido privados de sus derechos esenciales, como asimismo para aumentar la acogida a los que huyen de situaciones dramáticas e inhumanas. Me da la sensación que, hasta este momento, nos hemos quedado en la antesala de las ideas, sin compromiso alguno para activar acciones de respuesta contundente ante contextos verdaderamente crueles. Por cierto, el gesto del proceso de entrega de armas en Colombia nos llena de esperanza. Veo que es una plegaría que nos une, pues si importante es rectificar, también es humanitario el que sabe compadecerse y decide utilizar otros lenguajes, deponiendo cualquier tipo de artefacto.

    La justicia no se defiende a golpe de bombas, sino con la razón y la sintonía de un corazón puro. Bien es verdad que aún no hemos aprendido que con las guerras todos perdemos. Ojalá tomásemos conciencia de esto. Necesitamos evadirnos de cadenas, sentirnos libres y no atrapados en amargas decepciones. Por muy deplorable que sea la situación, tenemos que poner más vida interior en el mundo, para poder despertar en la conciencia colectiva de cada ser humano la inconfundible memoria de sus raíces, nuestra continuidad histórica, aunque tengamos que reinventar nuevos modos de vivir y pensar. El abecedario de la opresión lo hemos hecho tan nuestro que es una verdadera pesadilla para todos. Desde luego, es público y notorio que maltratamos a nuestros ascendientes. Tanto es así, que es un problema social mundial que afecta a la salud y a los derechos humanos de millones de progenitores en todo el mundo, siendo una contrariedad que merece la atención de la comunidad internacional. Posiblemente, por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127, haya designado el 15 de junio, como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, para expresar su oposición a las injusticias y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.

    Es de desear, por tanto, que el colectivo social valore plenamente a sus primogénitos y se auxilien de su sabiduría, porque la vida es la mejor cátedra para poder orientarnos. Francamente vivimos unos tiempos de vértigo, en los que convendría pararse a meditar sobre nuestro entorno, pues no es cuestión de resignarse a un destino más o menos escrito, sino para valorar plenamente lo que nos supone cohabitar y coexistir, en una sociedad cada día más encumbrada por ciertos dioses humanos, que suelen manejarnos a su antojo y capricho. No podemos quedarnos en el mero lamento. El mundo es de todos y de nadie. Todas las naciones del mundo en su coyuntura acordaron reconocer el inmenso daño que causa el cambio climático y la enorme oportunidad que representa la acción climática. Ahora no puede venir un nuevo presidente y retirarse del ansiado Acuerdo de París, máxime cuando es crucial que Estados Unidos siga siendo un líder en materia ambiental. El compromiso de nuestros antecesores cuando menos nos exige una valoración conjunta, pues el mundo lo formamos todos, un respeto y una consideración hacia algo tan significativo como lograr un crecimiento económico con bajas emisiones de carbono y capaz de crear empleos y mercados de calidad. Convencido de que la conciencia es una inspiración que nos lleva a reencontrarnos a la luz de las leyes morales, aún cabe la ilusión, que a pesar de tantos tropiezos, nos levantemos y reanudemos una vida más en común, más en familia. Sólo así tendremos asegurada nuestra continuidad como especie.
   
    Ciertamente, nuestra secuencia humana ha de ser más poética que mundana. Los ancianos, gracias a su recorrido vivencial, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes y menos jóvenes, consejos y enseñanzas preciosas. También los chavales, con su empuje e inocencia, nos ayudan a verles con ojos de responsabilidad para que crezcan y sean nuestra prolongación de amor y no de odio. Lo que cuenta de verdad es nuestro ejemplo, nuestra coherencia de vida, ya que no puede haber un descubrimiento, más intenso del alma de un colectivo social, que viendo la manera con la que trata a los niños. Lástima que, al presente, estos "angelitos" se utilicen de escudos en lugares de contiendas e inútiles batallas. Sea como fuere, ya sea por conflictos armados o por desastres naturales, las crisis humanitarias amenazan el futuro de multitud de criaturas, o sea, nuestra continuidad como linaje. Lo mismo sucede con las mujeres, y otras personas más frágiles, es de suma trascendencia oírles, escucharlas. Hay que evitar los errores del pasado. Por este motivo, es de sumo valor que no sólo se eduque a las nuevas generaciones en los contenidos. Hay que hacerlo en los valores, en el profundo sentido de exigencias y obligaciones en todas las manifestaciones de la vida y, por consiguiente, también en orden a la convivencia en familia, sabiendo que el respeto por los otros es la primera circunstancia para saber cohabitar. Está visto que uno tiene que considerarse a sí mismo para poder frenar los vicios, y luego, uno ha de inspirar una gran deferencia por su análogo, sea de la generación que sea y del culto a la cultura que encadene.

    En ocasiones, nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Pensábamos que, con el cambio en materia tecnológica, todo estaría más interconectado, pero resulta que nos hemos quedado sin alma. Las desigualdades nos hacen ser caminantes sin corazón. Así no podemos fusionarnos, sentirnos bien, y por supuesto nada realizados, más infelices que nunca. Tampoco hemos aprendido que cualquier ataque es una locura, una manera de destruirnos. Quizás tengamos que reforestarnos como especie, y donde crezca el mal, injertar el más sublime verso de la conciliación reconciliada. Debiera ser normal reconocer nuestras particulares maldades, arrepentirse, entonar el verso de lo armónico y verter lágrimas convertidas en poesía. Por desgracia, nos hemos acostumbrado a endurecer nuestro corazón y a normalizar lo que es nuestra destrucción. Respetando la libertad y el sentir de cada morador, hay que recordar siempre que el planeta no es únicamente para unos privilegiados, sino para toda la humanidad, y que la situación de haber nacido en un lugar de menos recursos no justifica que esa persona sea menos humana que otra, y tenga menor dignidad. Ha llegado el instante de dejarnos a salvo, de no permitir atropello alguno a nadie, de ser una piña en humanidad, para poder gozar de una vida libre de salvajismo y abusos. No encuentro la manera de decirlo más claro, sino es en verso propio: "Cada ser con su ser para ser en los demás un respiro./ Un respiro de árbol que anide sueños y anude el sosiego de las almas". Por ello, nuestra continuidad está asegurada, pues el espíritu es inmortal y la vida es un despertar con su noche. Precisamente, lo que tiene esencia se distingue de lo que no la tiene por el hecho de andar. No perdamos, en consecuencia,  el paso de la sencillez, que dios no somos por más que nos lo creamos que somos.

Víctor Corcoba Herrero / Escritor
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